En serio parece sentirse extraño en mi presencia y me doy cuenta de que quiere librarse de mi compañía lo antes posible.

—Sip. Ya puedes llevarme a casa si gustas.

No hace falta que lo diga dos veces. Saco mi celular cuando el motor se enciende y noto que tengo un mensaje de Alex.

Quiero verte.

No puedo evitar poner loa ojos en blanco. La verdad es que yo no quiero hacerlo, así que borro el mensaje sin contestarlo y vuelvo a guardar el aparato en el bolsillo de mi pantalón.

—¿Te gusta la música? —pregunta Fidel. Asiento.

—Por supuesto. ¿A quién no le gusta?

Como para demostrarlo estiro mi brazo y enciendo la radio. Heroes de Alesso comienza a sonar y yo canturreo un poco moviendo mi pie al ritmo de la canción.

Cierro los ojos y me recargo en el asiento. Me gusta cómo se siente el aire fresco que entra por la ventana del coche y despeina mi cabello. Es el segundo lugar en mi lista de sensaciones favoritas en el mundo.

La primera eran, son y siempre serán los abrazos de mamá. Eran mágicos. Me hacían sentir segura, feliz y cómoda incluso en el peor de mis días. La extraño demasiado.

Ella era pura luz, tan alegre y delicada, y desde que se fue parece que nuestra familia quedó en la penumbra.

—Ya llegamos —dice Fidel sorprendiéndome.

Abro los ojos y compruebo que de hecho está estacionado justo en la acera frente a mi casa. Eso sí que fue rápido.

Abro la puerta y le lanzo una mirada antes de bajar.

—Gracias por escucharme —musito. Él sonríe.

—Gracias a ti por contarme.

Yo sonrío de vuelta y hace un gesto despidiéndose con su mano. Debo admitir que es bastante atractivo. Incluso más que el novio de mi amiga.

—Entonces... nos vemos. —Bajo del auto y me asomo por la ventana—. Adiós.

—Adiós.

Me despego del auto y entonces, mientras giro y camino a la entrada, escucho cómo se aleja con rapidez.

Definitivamente no podía esperar para deshacerse de mí.

Entro a casa haciendo rechinar la puerta y esta se cierra con un ruido seco tras de mí.

—Papá ha estado preguntando por ti —dice Diego desde la sala de estar.

Ni siquiera tengo un minuto en casa y ya siento que estoy en problemas.

Me encamino hasta donde se encuentra sentado mi hermano y veo la televisión encendida. Está mirando alguna película que no me interesa en lo más mínimo y yo frunzo el ceño tratando de comprender si lo he escuchado bien.

—¿Por mí? —repito.

Me lanza una mirada irritada por encima de su hombro y asiente.

—Sí. Por ti. Está en su habitación por si quieres ir a verlo.

Vuelve la mirada al televisor y camino sin hacer ruido hasta su cuarto.

—Papi.

Está acostado sobre el colchón y por un momento creo que está dormido y no me ha oído, pero entonces se remueve y clava sus ojos en mí.

—Kealani. ¿Dónde has estado?

Hago una mueca al escuchar mi nombre completo, sin embargo me acerco y me siento al borde de la cama.

—Fui con Nai a hacer tareas —miento—. Dejé la comida hecha para ti, te lo dije antes de marcharme. ¿Ya la probaste?

Frunce el ceño confundido y, cuando se incorpora un poco, puedo oler el alcohol en su aliento.

—Sí, pero creo que las cervezas se han acabado.

—Le diré a Diego que te traiga más —lo tranquilizo con una tensa sonrisa.

A pesar de que odio que beba tanto, odio más su carácter cuando no lo hace.

Su mano se eleva hasta mi mejilla y sonríe con tristeza.

—Eres idéntica a tu madre cuando tenía tu edad. Tan bella. —Sus ojos se anegan de lágrimas y sé lo que viene a continuación. Un sollozo escapa de su pecho y se tumba de nuevo haciéndose un ovillo—. La amaba tanto y me abandonó. Me la arrebataron. Es tan injusto. ¿Por qué ella?

Golpea el colchón con su puño y yo me levanto preocupada. Cuando se pone así lo es mejor dejarlo solo. Tratar de tranquilizarlo nunca es bueno, mucho menos cuando está ebrio.

Ni siquiera se da cuenta del momento en el que salgo de su habitación.

—Necesita más cervezas —le informo a Diego cuando vuelvo a pasar por la sala.

—¿De nuevo?

Ni siquiera me molesto en contestar. Salgo de casa y comienzo a caminar sin rumbo, imaginando por un ratito que, si lo hago deprisa o por el tiempo suficiente, mis problemas quedarán atrás y no me alcanzarán.

Besos que curan [ADL #2] ✔Where stories live. Discover now