I.-La Agonía

2.2K 35 9
                                    

Detrás de cada persona normal hay más de mil demonios.

Frase plasmada en pintura roja en una de las paredes de la casa de Anney y Valentina, lugar de torturas para Dayan. Un corazón sobre la letra agraciada como una cruz, ilustra el mensaje.

Guanare en la capital espiritual de Venezuela. Oficialmente es así para el catolicismo desde 1942, cuando la Virgen de Coromoto fue declarada patrona del país. La historia se remonta a un día de 1652, cuando el cacique Coromoto —cabeza de la tribu de los cospes— y a su mujer, se les apareció una hermosa señora qué le habló en su lengua, le solicitó que se bautizarán y fueran donde los blanco. La Aparición trascendió a otro indio que dejaron sus tierras para recibir las enseñanzas del evangelio, pero Coromoto, rebelde, prefirió la libertad de la selva. El 8 de septiembre de 1652; una nueva aparición en su propia casa frente a su familia, no logró convencer al indio a pesar de que la estela de luz en medio de la noche, había dejado una diminuta imagen de 2,5 de largo por 2 centímetros de ancho, en una especie de pergamino que ahora es celosamente guardado en la llamada basílica menor de la ciudad. El hecho se extendió en la historia regional, luego en la nacional, años después en la internacional, cargados de milagros y favores. Las autoridades civiles y eclesiásticas han llevado registro de ello. Coromoto, ahora figura de diversidad de creencias y ritos, se convirtió al catolicismo poco antes de morir picado por una serpiente. La historia de Coromoto es utilizada junto a otras parábolas del evangelio, como ejemplo de la oveja perdida la rebeldía contra Dios.

Guanare está en la zona centro occidental venezolana. Una sábana al piedemonte andino llanero, entre dos ríos, Guanare y Portuguesa, a 183 metros sobre el nivel del mar, con temperatura en verano de más de 35 grados centígrados, clima de sabana típico de la zona llanera, que goza entre diciembre y marzo de noche fresca con mucho viento. Unos 200 mil habitantes hacen vida en esta ciudad, capital del estado Portuguesa, que se sostiene sobre el sector servicios —es sede del palacio de gobierno regional y los principales entes públicos— aun cuando en una época destacó por su producción de azúcar. Calificada como la Atenas de los llanos por alojar respetados institutos educacionales de organismos culturales, afianzó su prestigio en la referencia de 1821, cuando Simón Bolívar fijó su cuartel en esa ciudad, y los guanareños le solicitaron la creación de un colegio de educación media, el cual fue fundado el 16 de mayo de 1825. Fue el primer instituto de educación secundaria del país.

Guanare fue designada capital del estado en 1937, con la finalidad de poblar el sur de portuguesa. Sin embargo, otras ciudades aledañas como Acarigua han crecido económicamente mucho más. Tan es así, que se ha discutido la posibilidad de convertir a Acarigua en la capital. Guanare mantiene el encanto de un pueblo en la provincia. Tienes dos plazas Bolívar, abundante agua, y el orgullo de cierta serenidad que, hasta hace poco, parecía mantenerla fuera de la contaminación moral de otras ciudades. Ahora todo ha cambiado.

En Guanare murió Dayan Gonzales, el 1º de diciembre de 2011. Un jueves entre las 5:00 y las 5:30 de la tarde. Datan tenía 5 años.

El comisario Orlando Arias recibió la llamada es amigo el inspector Filippo, el viernes por la mañana. Recién terminada su rutina de ejercicios, en su constante pelea para mantenerse en forma. La jubilación era cómplice de las tentaciones culinarias. A Filippo lo había conocido en uno de esos tantos talleres que estaba en el interior del país. Le había parecido un joven con ansias de aprender y con un afán disciplinado de investigación.

—Vengo de misa— le habló el policía, en tono de confesión. Tuve que llevar a mi hija a la preparación de su primera comunión; igual necesitaba está cerca de Dios. No he dormido en toda la noche. Ayer ocurrió el crimen más terrible que es registrado en toda mi carrera policial. Murió un niño de 5 años, con  evidentes señales de haber sido torturado y abusado sexualmente de manera prolongada. Ya tenemos varios hechos y estamos realizando allanamiento, pero esto hay que documentar lo muy bien. No imaginas lo que siento al ver a mi hija y otros niños. No puedo dejar de pensar en Dayan. Así se llamaba. Se que este caso te puede interesar, y ya sabes, una mano de un experto amigo como tú nunca está de más.

El comisario Arias, perturbado, se despidió de su amigo. No era padre. No había tenido hijos, a pesar de dos matrimonios. Se había casado muy joven con una prima segunda. Amores de adolescentes que duraron poco. Después, ya pasando los 30, se enamoró de una abogada, quien temprano destacó en el ejercicio de su profesión. Sonia llegó a ser juez penal. Hacían la llave perfecta, solo que ella quería descendencia y él no. Así lo había decidido luego del balazo de un brazo, durante el operativo de rescate de una joven secuestrada. Los funcionarios enfrentaron a los delincuentes y, en el tiroteo, la muchacha también fue herida y poco después falleció. Arias, al culparse por esa pérdida, se había convertido en un funcionario mucho más arrojado en la en la calle, al extremo de que se convirtió en leyenda en el organismo policial, que para este tiempo se llamaba Policía Técnica Judicial, conocida popularmente por las siglas PTJ. Parecía que no le importaba morir. Antes de ser ascendido a cargo de jefatura, tomó una determinación que marcó el comienzo del fin de su matrimonio: se hizo una vasectomía; una operación quirúrgica en la que se amarran o sellan los conductos del órgano reproductor masculino, para suprimir la generación de espermatozoides.

Mientras activaba la laptop para buscar en sus archivos información sobre hechos policiales en Guanare, Arias llamó aún colega retirado que había montado una empresa que prestaba servicio de transporte a ejecutivos. Solicitó que lo pasaron buscando lo más pronto posible, para trasladarlo a esa ciudad. Eran pasadas las 8 de la mañana y quería moverse con rapidez. Sabía que la autopista regional del centro, única ruta terrestre desde Caracas hacia el occidente del país, estaba en muy malas condiciones, y las fuertes lluvias ocurridas en las últimas semanas, habían llevado a cerrarla con una frecuencia inusitada, como consecuencia de derrumbes. A pesar de ser riesgo, quería viajar por tierra y adelantar trabajo en el camino. En un avión no podría hacerlo, y tampoco había un vuelo directo a Guanare. Mientras improvisado una maleta en un desgastado morral de excursión, llamó a su ex compañera de trabajo, la patóloga Amalia Pagliaro. Con ella mantenía una estrecha amistad y una cercana comunicación, en la que compartían experiencia para la resolución de eventos delictivos que las circunstancias de la vida les colocaban como ocasión —en parte como divertimento, en parte como asesores profesionales privados— para trabajar en paralelo a los organismo de investigación. Todavía tenía fresca la experiencia del crimen de la joven estudiante de periodismo Roxana Vargas, perpetrado por el conocimiento psiquiatra Edmundo Chirinos, quien había sido condenado a 20 años de prisión. Roxana fue asesinada en julio de 2008, y ellos siguieron muy de cerca el caso, hasta que se conoció la sentencia del psiquiatra, en septiembre del 2010. Hacía algo más de un año.

El respeto y la admiración que Arias y Pagliaro se habían ganado entre los funcionarios de investigación a unos activos, le permitían intercambiar experiencias y conocimientos, y a ellos en lo personal, les daba la satisfacción de mantenerse activos.

La patóloga Pagliaro ni lo pensó. Quería conocer de cerca la autopsia que con seguridad le estaban haciendo el niño, y coincidió con Arias en que debían moverse con prontitud. Llámame cuando esté saliendo para esperarte en la puerta dijo, con la premura de conocer en detalle lo que había sucedido. Pagliaro si tenía dos hijos, ya grandes, hombre y mujer, casados, que la mantenían con la ilusión de ser pronto abuela, mucho más luego de enviudar tras casi 20 años de matrimonio. A ella le parecía que lo de los nietos estaba demorando, pero respetaba de sus hijos, esa decisión.

Cerca de las 9 de la mañana ambos ya estaban a bordo de una camioneta manejada por Erick, un discreto chofer que guardaba silencio mientras Arias y Pagliaro hacían llamadas, tomaban nota de decisiones, nombres, teléfonos de quienes podían tener un registro veraz del caso. Arias comenzó a recibir mensajes en cadena en su BlackBerry, que emitían datos cruzados del hecho y sus protagonistas. En principio, la información salía, sin duda, de quienes de una u otra manera la tarde anterior habían presenciado el ingreso de Dayan a la clínica.


Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jul 12, 2015 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

El Grito Ignorado (Basado en Hechos de la Vida Real)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora