En un mundo donde la supremacía de los alfas es incuestionable, Jungkook se ve obligado a huir a Inglaterra, donde se verá involucrado con Kim Taehyung. Líder de una de las mafias más peligrosas de Turquía.
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—¡Eres un omega impresionante, Hürrem! —exclamó, con una sonrisa amplia y genuina en su rostro—. No me has decepcionado en lo más mínimo. La Bratva está contigo.
El gesto de Nikolai y sus palabras de respaldo resonaron en la sala, marcando el final de la confrontación. Jungkook, satisfecho con la respuesta obtenida, no dijo nada más. La palidez en los rostros de los otros dos líderes era una clara indicación de que habían entendido el mensaje y que no se atreverían a abrir la boca por un buen tiempo. Por lo que, con una mirada vaga a la sala, se levantó de su asiento y dio por concluida la reunión.
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El vuelo desde San Petersburgo fue largo y tranquilo, brindándole a Jungkook la oportunidad de sumergirse en sus pensamientos mientras contemplaba el azul infinito del océano del Océano Índico desde la ventanilla del avión. Las tensiones en el Palacio de la Bratva lo habían dejado inquieto, y al parecer, fue lo suficientemente evidente como para que Eunwoo hiciera una llamada urgente al salir de allí, ordenando a Jackson que preparara el equipo médico para su regreso al jet.
El alfa, quien había estado acompañándolos en el último mes de gestación de Jungkook, había demostrado un sentido del deber sobresaliente. A pesar de su posición principal en Gran Bretaña y sus responsabilidades en el país inglés, se había tomado la tarea de seguirlos en sus viajes de negocios, "solo para estar preparados", como solía decir. Jungkook valoraba enormemente su presencia, pero dudaba romper aguas en algún lugar recóndito de Europa, cómo le preocupaba a Jackson.
—¿Te duele la cabeza? ¿Tus feromonas han llegado a adormecerte a ti también?
Jungkook sacudió la cabeza con una leve sonrisa, estaba adormecido y no quería otros aparatos sobre él aparte del estetoscopio que Jackson sostenía sobre su vientre en ese momento. Ayer apenas le había dejado dormir por todo el monitoreo que hizo, y los asientos del avión tampoco ayudaron a que tuviera un descanso satisfactorio.
—No, no es eso. Solo estoy reflexionando sobre lo que sucedió. No esperaba que las cosas se volvieran tan intensas —respondió Jungkook, su tono reflejando aún cierta tensión residual.
Jackson asintió con comprensión mientras guardaba todo en su maletín desgastado. Taehyung tenía el poder de incorporar a su pequeña red criminal como representación de Inglaterra en la Gran Mesa—nido de las grandes ligas—, pero se había negado todas las veces que Taehyung llegó a mencionar el tema. Ese nivel de presión, él estaba seguro de no llegar a la altura. Un caso totalmente distinto, por supuesto, para el pequeño omega de su amigo.
—Entiendo. Las reuniones de la Gran Mesa pueden ser bastante agitadas. ¿Necesitas algo para relajarte? —ofreció, mostrando una pequeña caja de pastillas azules.
Jungkook negó con la cabeza, agradeciendo el gesto pero declinando la oferta.
—Estoy bien, gracias. Solo necesito un poco de tiempo para ordenar mis pensamientos — dijo con calma, mirando por la ventana hacia el horizonte que se extendía bajo ellos.