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—¿Ney y tú vais juntitos a la boda?

Levanté los ojos del libro que estaba leyendo al escuchar a mi sobrina. Mi hermano y su prometida estaban pasando el día haciendo gestiones de la boda, así que me habían pedido que me quedara con la pequeña terremoto. Había intentado que mi novio estuviera conmigo, pero marzo se acercaba y ya estaba poniendo exámenes, que no corrigiéndolos, así que no había colado.

Lo había llamado aburrido y él me había pedido que me quedara a dormir por la noche. Había dicho que sí, por supuesto.

Me concentré en la pequeña, tumbada y sujetándose la cabeza con los brazos para poder mirarme

—Claro que vamos a ir juntos, Oli. Es mi novio, eso es lo que se hace.

—Ah, caro. —Se giró en la alfombra, quedando bocarriba—. ¿Y vosotos os vais a dar besitos?

—¿Tú qué quieres de mí, pequeña diabla?

Soltó una carcajada y se revolvió sobre la alfombra hasta incorporarse un poco y mirarme con esos ojos enormes.

—¿Sois novios de vedad?

—Claro, mi niña. ¿Tu papá no te lo ha explicado? —Sonreí.

—No. —Se encogió de hombros—. Papá no responde. Tú sí. Tú bueno, como Ney.

—Mírala, y parecías tonta.

Frunció el ceño.

—¡No soy tonta! —chilló—. ¡Soy muy guapa!

—Claro que sí, mi vida. —La cogí en brazos.

—Tete... —Le costaba mi nombre, así que había empezado a llamarme igual que mi hermano.

—Dime.

—Quiero bailar con Ney. En la boda —aclaró, balbuceante.

—Podrás hacerlo, claro que sí... —Pero la niña puso un puchero—. ¿Qué pasa? ¿Es porque es mi novio? Claro que puedes bailar con él... Si es mi novio mejor, que yo lo comparto.

—¿Seguro? —Parecía un poco incrédula, pero a mí me parecía adorable.

—¿Estás celosa tú?

—¡No! —Su piel se volvió rojiza. Digna hija de esta familia—¡Tú celoso!

Me empecé a reír a sabiendas de que solo la molestaría más, pero estaba adorable y tampoco tenía mucho más entretenimiento que ese. Además, me ponía el corazón blandito que lo quisiera tanto.

Esa noche, en una cena con dosis extra de besos en el sofá, se lo comenté:

—Eres su persona favorita en el mundo, no te quejes.

—Sabes que la adoro, aunque de todos los Vázquez no sea mi favorita. —Pellizcó mi barbilla—. Me da por pensar en nosotros dentro de unos años.

—¿Te gustaría una Olivia? —Moví las cejas en tono bromista, a pesar de que el tema ya estaba hablado y que sabía por dónde tiraba él.

—Cuando todo esté estable..., te aseguro que sí.

—Yo también —susurré—. Nada me haría más feliz que formar una familia contigo.

Nunca pensé que esas palabras tan de familia tradicional saldrían de mi boca, pero me volaban mariposas en el estómago y todo parecía estar bien, así que no pensaba quejarme.

Me acarició la barbilla y nuestros labios se unieron de nuevo, con la parsimonia de quien no tiene prisa porque está en su lugar ideal.

—¿Has pensado...? —Se separó y me sacó un gruñido. Rio—. Tranquilo, que tenemos todo el día.

Dos amores, una vida-RAGONEYWhere stories live. Discover now