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Observabas como la lluvia caía, estabas en tu departamento en la cuidad de Tokio, contemplando la vista desde lo más alto del edificio. Estaba algo fresco, y solo esperabas a tu esposo el cuál aún no llegaba y te preocupaba.
Al escuchar el sonido de las llaves, miraste hacia la entrada y lo viste llegar, quitándose los zapatos al igual que su saco mojado.
──estoy casa── caminaste hacia el, cruzando te de brazos para apoyarte en la pared.
──me alegra ver que llegaste bien, ¿Hubo mucho tráfico?── el asintió, mientras se quitaba el pantalón y luego la camisa.
Contemplando su figura musculosa y su piel palida, y su cabello todo desordenado y húmedo. Te llamo la atención ver sus pectorales, al igual que su abdomen, los cuales estaban bien formados.
──¿Te paso una Toalla?── el negó, y luego camino sin nada encima, solo su ropa interior que marcaba bien su miembro.
──tomaré una ducha, ¿Vines?── pregunto mirándote con una sonrisa pícara.
──ya tome una, mejor ve, yo serviré la cena.
Asintió y se dirigió al baño, tomaste dos platos para limpiarlo y comenzar a servir la cena, dejando los platos con comida y los cubiertos. Te dirigiste al refrigerador para tomar una botella de vino y dos copas, sirviendo hasta la mitad y dejándolas una al lado de cada plato.
Escuchabas el sonido de la regadera donde estaba Giyuu, caminaste hasta la entrada donde lo viste entré todo el vapor que había en el baño.
Mordiste tu labio y volviste a la mesa cuando escuchaste que cerraba la ducha. Estuviste esperando que saliera, y al salir, solo le sonreíste mientras tomaba asiento para comenzar con la cena.
──¿Y como te fue hoy?── preguntaste cortando lentamente la carne.
──bueno, fue estresante, tenía mucho papeleo por revisar y firmar. Mi secretaria me recordó el desayuno que tenía con los inversionistas.
──ya veo, estarás muy estresado, ¿No?── tu tono cambio a uno más coqueto, lo cual te hizo ganar la atención de el. ──¿Quieres que te ayude con ese estrés?.
──¿Y cómo lo harás? Nena~── solo le guiñaste para meterte debajo de la mesa, gateaste hasta su entrepierna.
El se alejo un poco para darte más comodidad y así evitar que golpearas tu cabeza. Le sonreíste mientras te acomodabas entre sus piernas, pasando tu mano por su miembro. Soltó un pequeño gemido cuando sintió sus labios sobre su bulto cubierto por su ropa.
Metiste la mano para tocarlo más, sintiendo lo húmedo que estaba, al igual que lo duro y palpitante. Sacándolo lentamente de esa horrible presión que le daba su ropa, acariciabas toda su longitud mientras este crecía más y se ponía cada vez más duro.
