Obsesiones pelirrojas [✓]

꒦꒷Capitulo 1꒷꒦

Ese día, el de la fiesta de la foto, siempre lo recordaría, porque, aunque la noche no hubiera terminado del todo bien para las personas presentes, sí que lo había hecho para Allan y para mí. Recordé las luces del auto de la policía cuando llegó al sitio, como si aún se estuvieran reflejando en mi rostro, me sentí aturdida y el sonido de la puerta me sacó de ese pequeño trance.

—Fay —dijo Ruby a modo de saludo—. Sigues aquí —señaló sonriente.

—No tengo mucho que hacer —resoplé, aunque le devolví la sonrisa.

—¿Y tu novio? ¿Por qué no salen juntos? —Se interesó y ladeó la cabeza hacia mi cuando se sentó al borde de su cama.

—Dijo que estará fuera hasta el lunes y como acabo de llegar...

«No conozco a nadie» pensé.

Ruby apretó los labios, la observé y reparé en la bolsa que sostenía en las manos. Parecía ser que su salida consistió en ir a comprar bragas lindas. Se puso de pie y lanzó su reciente compra sobre la cama, la miré y supe que tenía algo entre manos.

—Entonces salgamos tú y yo —concluyó. La observé desde donde estaba tumbada, la verdad es que era muy linda y parecía siempre tener las mejillas sonrosadas y los labios jugosos—. Vamos, vístete. Te enseñaré el lugar y las cosas que se pueden hacer sin hombres de por medio.

Sonreí y finalmente acepté. Después de vestirme salimos del dormitorio, no había mucha gente en el campus y ni siquiera tuvimos que salir de éste, porque Ruby me llevó a la cafetería que estaba al lado del campo de futbol. La fachada era linda, de madera clara y luces cálidas, el entrar estaban varias mesas redondas ocupadas. Tomamos asiento al lado de un ventanal desde donde veía el gran trozo de césped delimitado por una valla de metal.

Una chica se acercó para tomar nuestra orden y tomando en cuenta la recomendación de Ruby, elegí un café frio con caramelo. Cuando nos entregan las bebidas sé que fue una buena elección y Ruby se alegró por ello.

—Y... ¿qué te trae por aquí, Fay? —cuestionó mientras removía su café, curiosa. Sus ojos castaños me miraban de vez en cuando, aleteando sus bonitas pestañas.

—Necesitaba un cambio de aires —respondí con la mirada clavada en la espuma de mi envase—. Además, para estar cerca de él...

Comencé a jalar el lóbulo de mi oreja y desvié la mirada al campo que quedaba justo detrás de ella.

—¿Cómo dijiste que se llamaba?

—Allan —musité sin separar los labios.

—¿Cuánto es que llevan juntos? ­—se interesó. Antes de que pudiera responderle la pequeña campana de la puerta sonó y también la pronunciación de mi nombre, uno muy raro como para pensar que podrían estarle hablando a otra persona, además de que conocía esa voz más que cualquier otra acompañado de ese ligero temblor en su tono.

—Fay —volvió a decir, aunque ya no sonó sorprendido de verme ahí, aunque yo sí que lo estaba.

—¿No estarías fuera hasta el lunes? —Me giré hacia él y sentí un temblor que retumbó cada espacio dentro de mí al toparme con sus ojos oscuros.

Allan me miró fijamente, sin un atisbo de nada, solo sus ojos café tan sombríos que parecían ser como dos agujeros negros que intentaban llevarse todo de ti con solo mirarte. Reparó en la presencia de mi amiga y entonces sí que hubo una pizca de algo, su hoyuelo apareció y también una sonrisa que se creó de la nada. Cuando menos me di cuenta ya se estaba presentando con Ruby.

—Él es Allan —expliqué alargando los labios. No me perdí ni un detalle cuando sus manos se encontraron y entonces él decidió besarle la mejilla para completar el saludo—. Mi...