Final Alternativo.

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Han pasado varios meses en los que Juan y Spreen se quedaron varados en la tierra del fuego, donde las manos de Juan han comenzado a tomar un color morado.
El mismo color de las manos del pelinegro.

Marta los a llevado a ambos al templo que dice acerca del collar, pero no estaban yendo a ninguna parte.
Y mientras salían en busca de provisiones se encontraron con la reina, quien al verlos los persiguió hasta capturarlos.

Es así como llegaron a esa situación en la que ambos están arrodillados en el suelo, sintiendo sus piernas y brazos quemarse por el hielo que los mantenía aprisionados a ambos.
—¡Dejanos ir!

—Quiero mi collar de vuelta. —Su fría voz hacia contrataste con la desesperación en el tono de Juan. Spreen por su parte pensaba en que hacer. No podían quedarse quietos a esperar que los maten.

—No te lo daremos. —Juan estaba particularmente agresivo.

La reina noto algo importante.

Escarcha.

Había escarcha en las pestañas de Juan, cosa que para ella no hicieron mucho sentido hasta que recordó el efecto del collar.

—Así que has caído bajo la maldición del collar... —Paso su mano por la barbilla de Juan bajo la atenta mirada de Spreen, quien estaba a punto de ponerse a gritarle a ella, pero no lo hizo. —Puedo esperar para obtener mi collar y así liberarme después de que mueras.

Ninguno de los dos chicos entendió que estaba sucediendo cuando la reina comenzó a liberarlos del hielo, alejándose lentamente. —Parece que el collar se encargará de deshacerse de ti.

Cuando el hielo se deshizo por completo, Spreen se acercó rápidamente a Juan al notar que este no podía ponerse en sus propios pies.

—¡Juan! ¿Estás bien? ¿Qué sucede?

—No puedo mover mis piernas Spreen, no las siento. —Su voz temblaba, mientras Spreen lo ayudaba a acomodarse en el suelo para estirar las piernas y quitarle los zapatos. Al revisar debajo de los calcetines vio como los dedos de Juan comenzaban a ponerse de un tono azul.

Ahí comprendió a lo que se refería la reina.

Miró a Juan con una mirada asustada, mientras que este no lo miraba porque tenía los ojos cerrados.
Spreen vió sus propias manos, cualquier color morado o azulado que hubiera tenido hace semanas había desaparecido desde la aparición de Juan.

—Juan. —Llamo su atención para que este lo viera. —Dame el collar.

El mayor sacó de su camisa la gema, la cual tenía su inusual brillo, y trató de quitárselo, siendo ayudado por Spreen pero se detuvo casi al instante, alejándose. —No.

—Juan.

—Tu la escuchaste. —Spreen noto cierto deje de determinación en sus ojos. —Este collar tiene una maldición. No te lo daré.

—No seas pelotudo. Dámelo. —Exigió comenzando a sentir una sensación de incertidumbre. —Por favor.

—No. Si es cierto que este collar tiene una maldición no te lo daré. Es mio.

Spreen tomó de las muñecas a Juan con quizá algo de fuerza  causando que Juan hiciera una mueca. Al ver que lo lastimaba lo soltó al instante. —Juan...

—No. Ahora ayúdame a levantarme.

Así lo hizo.

—Si queremos salir de aquí tenemos que tener ese collar... pero si te lo quedas su maldición te atacará.

—Eso es lo que dice la reina. Pero, ¿Qué causa? —Ambos pensaron un poco.

—Te congela el cuerpo. —Juan lo miró un poco consternado.

𝑬𝒍 𝑪𝒉𝒊𝒄𝒐 𝑫𝒆 𝑯𝒊𝒆𝒍𝒐 ˢᵖʳᵘᵃⁿWhere stories live. Discover now