8. La casa de las flores de invierno

5 0 0
                                    

—Buenas noches. ¿Qué va a ordenar?

La chica de cabello rizado como el mío me indicó la marca de papas fritas que quería en específico y sonrió.

—Y un algodón de azúcar para el niño. —De reojo, miré al chico de cabello rubio que estaba junto a ella. En definitiva, no era un niño. Supuse que era su novio y tuve que reprimir la risa mientras les entregaba su pedido.

Eran los últimos de la fila, así que me detuve a mirarlos por un momento mientras se iban. Se veían tan bien juntos que una parte de mi pecho se contrajo. Parpadeé con fuerza y me incliné hacia uno de los cajones de abajo para sacar otro paquete de bolsas temáticas de la película que acababa de estrenarse, se agotaban en segundos. Me enderecé, dejé el paquete en su sitio y emití un pequeño jadeo cuando miré a la persona que estaba justo frente a mí.

Tieran mantuvo la mirada sobre la mía por un par de segundos antes de que Carter lo interrumpiera colocando una mano sobre su hombro.

—Si no vas a ordenar, déjame a mí —dicho esto, lo empujó hacia un lado y sonrió—: Quiero el combo de palomitas de maíz y refresco más grande que tengas.

Un par de segundos después, le entregué el pedido.

—¿Dónde está tu hermano? —le pregunté al no ver a Caspian, sentía que no podía estar cerca de Tieran sin que Caspian estuviera ahí. De alguna forma parecía que la tensión entre nosotros disminuía un poco.

«Basta, Aurelie. Solo será un segundo».

—Dijo que tenía una cita hoy. —Elevó un hombro, indiferente y agarró un puñado de las palomitas. Luego señaló a Tieran y me señaló a mí—: Solo lo acompañé porque él quería averiguar dónde trabajabas, no creas que me gusta ir por ahí con mi hermano mayor como cuando teníamos siete años. —Masticó las palomitas y le dio un par de golpecitos a Tieran en el hombro—: Te veo en la sala.

Seguí sus pasos con mi vista solo para evitar la mirada de Tieran, pero cuando Carter desapareció, no tuve más remedio que mirarlo.

—¿Vas a ordenar algo?

—Solo una botella de agua.

Di media vuelta para buscarla y cuando se la entregué, sus dedos rozaron mi muñeca con sutileza. No sentí un escalofrío por el cuerpo como narran los libros, pero sí sentí la piel mucho más caliente de lo normal justo en esa zona de mi brazo. Tieran murmuró unas gracias antes de seguir los pasos de su hermano, entonces caí en cuenta de que no intentó defenderse de sus palabras.

¿Sería cierto lo que dijo Carter? Tamborileé mis dedos sobre la superficie, inquieta.

«No debe importarte, Aurelie».

Por inercia, asentí para mí misma y la chica que estaba parada frente a mí esperando por su pedido me observó como si me hubiera vuelto loca. Le pedí disculpas y fui a preparar lo que había ordenado aún con el corazón latiéndome con fuerza.

...

Mi turno durante los fines de semana terminaba hasta la última función, casi a medianoche. Por lo que, cuando salí por la zona de servicios después de cambiarme el uniforme —porque no quería estropearlo como el anterior—, grité al ver una silueta de pie junto a mi bicicleta. Un segundo después, me di cuenta de que se trataba de Tieran.

—Y la integridad del corazón por el piso, ¿no? —dije, aún con la mano en el pecho por el susto que me había dado—: ¿Qué haces aquí?

—¿De verdad tengo que decírtelo?

Caminé hacia la bicicleta sin mirarlo. Guardé mi bolso en la canasta y la sostuve por los manubrios.

—Creí que ya habíamos hablado.

—No precisamente. En cualquier caso, parecía más como si quisieras deshacerte de mí.

Presioné mis labios entre sí. ¿Quería deshacerme de él? Quizá un poco, quería deshacerme de lo que sentía por él.

—Me dolió, ¿sabes? —solté de la nada. Por la expresión de su rostro, Tieran no se lo esperaba desde luego—: No voy a cuestionar tus razones, ya no me importan, pero... ¿Era necesario que me trataras de esa forma? ¿Acaso nunca signifiqué nada para ti?

—Lia... —Intentó dar un paso hacia mí.

—No —dije con firmeza y retrocedí—: Si no querías que estuviera cerca, tan solo podrías habérmelo dicho. ¿Acaso...? —Tomé aire—: ¿Nada de lo que vivimos valió la pena para ti? —Sacudí la cabeza—: No, es así. No lo hizo.

—Lia, no se trata de eso. No quise... —Guardó silencio por un segundo—: Era la única forma en la que me harías caso, de cualquier otra manera habrías insistido hasta cansarte y... No era posible.

—¿Qué no era posible?

—Nosotros, Lia, nosotros éramos imposibles.

Parpadeé, asimilando lo que estaba diciendo. Luego, asentí.

—Bien. —Tragué con fuerza para evitar que se me entrecortara la voz, no podía verme débil ante él. No de nuevo—: Entonces, ¿Qué haces aquí? ¿Cuál es el punto de todo esto? De todas maneras, no me estás diciendo nada nuevo.

—No quería...

—¿Lastimarme? —Solté una pequeña risa—: Miéntete a ti mismo, Tieran, a mí ya no me importa —dicho esto, di media vuelta y comencé a caminar hacia la salida del estacionamiento.

Tieran no me detuvo.


<3 

<3 

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Ecos de un verano fríoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora