X

10 3 0
                                    

El mundo es un pañuelo
En el que todos nos conocemos.

Estar en la misma mesa que la amiga de mi hermana pequeña no era uno de mis planes favoritos.

Al parecer mi hermanita no carece de vida social, al contrario, tiene demasiada y no entiendo cómo no la agota.

Elena Miller ríe sujetándose el estómago mientras que ella y Tess comparten argumentos sobre un libro que ambas leyeron.

El chico que acompaña a la chica está igual que yo, brazos cruzados y cara seria total. Alexander Allen, hijo de los grandes  abogados de la ciudad y debo decir que tiene un amigo que hace unos tatuajes y pircing increíbles.

Porque si, aunque Tess no lo sabe Jacob es mi tatuador y me hizo el pircing apenas cumplí los dieciocho, aunque el apenas tenía los dieciséis.

—Oye, ahora pensándolo.—dice la amiga de mi hermana, dirigiéndose a mi.—¿A ti no te gusta eso de investigar y hackear?

La pregunta me toma desprevenida. ¿Cómo diantres sabe que hackeo?

Aniquillo a Tess con una mirada cargada de traición.

—Conocí a una chica, se llama Isabella Johnson y bueno me calló muy bien y no sé, quizas peidas ayudarme a encontrar su número de teléfono.

—Si eso se significa irnos ya, acepto.

Elena virotea feliz y yo me pongo manos a la obra. Hallar un usuario de Instagram es más fácil pero hallar un número telefónico dificulta la tarea.

Después de entrar a muchos servidores de mi portátil, logro encontrar donde vive y saber cual es su línea telefónica y red social más usada y desde datos irrelevantes como esos halló el teléfono.

Lo apunto y se lo entrego a la joven satisfecha con mi modo hacker.

—Muchas gracias.—dice tras darme un abrazo de despedida.

Cuando nos despedimos de ambos nos encaminamos a la cafetería. Tess no habla durante el camino y la verdad es que no sé qué hacer.

Hemos tenido silencios incómodos pero la verdad que no como estos.

—¿Te pasa algo?—pregunto molesta pro el silencio que brinda.

—Sabes, he estado pensando en mí futuro. En todo básicamente.—suelta.

—Eres joven aún. Tienes tiempo de pensar.—le resto importancia.

Cuando tenía la edad de Tess, no pensaba eni futuro me aferraba al presente.

—Tu lo dices porque todo te salió genial. Venga Mar, no soy tonta, soy consciente de las veces que dejabas los estudios y te latgabas con Nick de fiesta en fiesta, de las veces que papá y mamá te sentaron en el sillón a hablar.—suelta molesta.

—Yo era estúpida y se que tú no lo eres.

—En fin, lo que quiero decir es que a mí quizás no me sale como a ti. Mis notas han bajado y se nota y cada vez me estreso más. Este verano era para estudiar y me lo paso de comanda en comanda.

Le pasó un brazo por los hombros.

—Si quieres hablo con Nick o Ahinoa para que me ayuden en la cafetería y así tú estudias.—le ofrezco.

—Esta bien, pero en mi ausencia deseo que sea Eros quien se haga cargo de mi puesto.

Me quedo quieta un segundo. ¿Eros? Si el cabron no me habla desde la borrachera, aunque siendo sincera prefiero que no lo haga, me doy vergüenza hasta a mí misma.

—No.—digo retomando el paso.

—Necesitan  pasar tiempo juntos. Venga Mar, se te nota a lo lejos que babeas por el guaperas de pelo negro.

Lo peor es que es cierto, nadie olvida a su primer amor, a ese primer chico por ella je siente que respira. Y aunque me duela admitirlo Eros es eso para mí.

—Esta bien.—digo.

Tess salta y me abraza. No se si es sano que le emocioné más a ella que a mí, que soy la enamorada.

30 de junio del 2018

He estado cinco días dándole vueltas a como se lo pediré a Eros. En realidad no tiene nada mejlr que hacer, ya que es oficial que se aleja de las cámaras.

O eso dice en la web oficial

“Señoras y señores debo informar que nuestro cantante favorito, Eros Meyer componente del grupo C.T.M.B anuncia su retiro durante el verano. Está noticia nos parte el corazón pero hay especulaciones de que detrás de esto hay una chica, ya que ha sido vista con una chica en una discoteca. Aquí dejamos las pruebas que tomaron sus propios fans”

Y debajo del artículo una foto en la que no se logra ver bien que soy yo, pero se nota la ira y celos que destila mi querido amigo.

Me pasó la mano pro el pelo. Odio situaciones forzosas como estás. Al menos la prensa no sabe que soy yo.

Me levanto de la cama y camino medio dormida. Apenas pegue ojo anoche, mi querida hermana me ha metido un poquito en el mundo de la lectura y por ello me he obsesionado a un hombre con carácter de bestia y cuerpo esculpodo por dios.

Tess está con las gafas casi en la punta de la nariz nada más llego a la cocina. Lee un libro de clase y por las muecas que pone deduzco que no me hace demasiado gracia.

—Ya te despertaste, bella durmiente.—comenta sonriendo.

—¿Y mamá y papá?—pregunto al no oír los gritos por levantarme así de tarde.

—Están en casa de los padres de Alex, al parecer entre abogados se llevan bien.

Eso hablando solo de papá. Mamá se dedica a la repostería de la cafetería y papá paga las facturas.

—Ya van cinco días que trabajas sola en la cafetería.—me dice mirándome como una señora de ochenta años sobre las gafas.

A veces Tess me recuerda a mi abuela, a esa que me regaña cada vez que dejo la mesa sin recoger o esa que me hacía trenzas cuando era más pequeña.

—Lo estoy pensado, ¿vale?—digo frustrada.

—El tiempo corre hermanita, si está tarde no me dices, me veré obligada a intervenir.

La miro de arriba a abajo. Parece una abuelita enfadada y la verdad es que causa risa. Le doy una pequeña cachetada de broma y está es estalla en gritos malhumorados.

—Idiota.—me dice al cansarse de mi “brutalidad”

Que se noten las comillas, por favor.

Recogo más o menos mi habitación y tras vestirme me encaminó a casa de los Meyer.

Deseadme suerte.

Un Músico Que Me ConquistóWhere stories live. Discover now