Four

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Fernando.

Comenzamos a recorrer el museo, admirando cada pieza. Desde el momento en que puse un pie en el museo, me perdí por completo. Me sentía en mi elemento. Siempre vi el arte como una escapatoria del monstruo que soy. Con la pintura, me sentía parte de los humanos. Aun así, no podía ignorar el contacto suave de la mano de Rafael con la mía. No estaba marcado, pero podía sentir perfectamente todo el amor y cariño que él me tenía. Era extraño, pero no desagradable. Lo llevé hacia una pintura, la primera que vi y que le llamó la atención.

-Fer, no entiendo mucho del arte, pero esta pintura me resulta interesante. ¿Qué dices de esta obra? -Mi rostro se iluminó. Pensé que solo quería verla, pero que me preguntara sobre ella me emocionó. Comencé a explicar los trazos y cómo el autor quería mostrar su vida familiar y el dolor que experimentó. Sin embargo, por la cara de confusión y falso entendimiento, me di cuenta de que no entendió lo que dije, lo que me pareció tierno al menos lo esta intentando.

-Quiero ser como estos artistas y compartir mi arte. Es increíble cómo el autor puede decir mucho con tan poco, ¿no crees?

Cuando volví a mirarlo, él no estaba mirando la pintura, me estaba mirando a mí. Un brillo y tanto amor que sentí cómo mi rostro se calentaba. Ya había perdido la cuenta de cuántas veces había pasado esto hoy y maldije a mi Omega por reaccionar así con cada interacción, por pequeña que fuera.

-Realmente el arte es muy hermoso.

(...)

-Fer... -me sobresalté ante el repentino toque en mi mejilla después de caminar por todo el museo y decidir descansar en el gran atrio. Jamás imaginé que hubiera lugares tan bonitos fuera de Cinfielo- Te prometo que durante el tiempo en el que tú decidas que este matrimonio dure, te haré el chico más feliz del mundo.

¿Por qué tenía que decir palabras tan bonitas así de repente? Ya me había dicho que estaba enamorado de mí, pero solo pensé que bromeaba. Ahora, por la manera en que me mira y me elogia, me pregunto desde cuándo ha estado enamorado de mí.

-Rafael, hace un par de horas me preguntaste si creía que podía llegar a enamorarme de ti -bajé la mirada, jugando con el cierre de mi chaqueta. Comenzaba a hacer calor, así que me la quité-. La respuesta es que no lo sé, pero de verdad quiero hacerlo. Mi Omega lo desea y con lo de hoy... -bajé la mirada, sonrojándome nuevamente-. Yo también quiero y quiero ser feliz.

Él tomó mi mentón, alzando mi mirada y regalándome una sonrisa.

-El hecho de que me des la oportunidad de poder enamorarte es más que suficiente para mí -juntó su frente con la mía. Podía sentir su olor a café, era tan embriagante y dulce que me acerqué más a él, haciendo que una de sus manos me tomara de la cintura, acercándome a él. Mi Omega me gritaba que lo besara, pero cuando menos lo esperé, yo mismo me alejé.

-Hum... -dije nervioso-. Vamos al hotel, estoy cansado.

Pensé que me miraría mal o se sentiría enojado, pero no pasó. Me sonrió, asintiendo y tomando mi mano. Iríamos a cenar primero, esta vez comida de los humanos, no sangre. Sin embargo, una mujer apareció de la nada, tomándome del brazo. Estaba desaliñada, olía mal y tenía la cara cubierta. Sus manos, huesudas y llenas de rasguños, me llenaron de miedo a mí y a mi Omega.

-Señora...

-¡Son una abominación! -Rafael trató de apartarla, pero la fuerza de la mujer era mayor que la suya. Quedé sorprendido porque nuestra fuerza era superior a la de los humanos. Era imposible que un Alfa de alta categoría como Rafael no tuviera la suficiente fuerza para lograr que una humana me soltara-. Estás completamente condenado -me gritó, apretando su agarre. Si Rafael me jalaba, la mano de la mujer me lastimaba aún más.

-Señora, suéltame o...

-Serás culpable de la muerte de cinco niños. Dos nacerán de tu vientre y tres harán que tus lazos se rompan. Acabarás con tu familia y Cinfielo -con cada palabra que decía, su voz se hacía cada vez más ronca. La gente que estaba mirando sin decir o hacer nada dio un paso hacia atrás al escucharla. Incluso yo quise arrodillarme ante ella porque había usado voz de mando. Al parecer, era una Alfa.

Me soltó cuando vio que varios guardias se acercaban corriendo. Rafael revisó mi brazo, que estaba morado y lleno de rasguños profundos que comenzaron a arder. Salimos del museo sin ver a nadie, subiendo a un taxi que nos llevaría al hotel. Pero la herida, aunque estaba cerrando, ya había tardado demasiado. Nosotros no tardábamos mucho en curarnos, solo en heridas profundas hechas con plata o sumergidas en agua bendita, si ese mito de los humanos era real para nosotros.

-Ya debería haber cerrado -usando mi chaqueta, que creí haber dejado en el museo, me envolvió el brazo.

-Arde...

Mi Omega chilló, pero no del dolor del brazo, sino al sentir al Alfa de Rafael preocupado. Sigo sin entender cómo puedo sentir esto sin estar marcado. ¿Él sentirá lo que mi Omega le trata de decir? Le pidió al taxista que se apresurara. Nos miró con horror, pero no dijo nada. El olor de Rafael no era tan agradable como para que comenzara una pelea con un Omega, tal vez por eso solo se limitó a conducir.

Cuando llegamos al hotel, el ardor seguía ahí. Aunque las heridas, que ya estaban cerrando, y mi brazo regresaba a la normalidad como si no hubiera pasado nada. Sin embargo, Rafael no parecía contento, más bien preocupado.

-Rafa...

-No podemos estar tranquilos. No es normal que la herida haya tardado tanto en cerrarse. Era profunda, pero no debería haber llevado tanto tiempo. Debería revisarte uno de los nuestros, o en el peor de los casos, un mago médico.

Entramos a la habitación, quité mi chaqueta de mi brazo encontrándolo solo lleno de sangre, pero no había ninguna herida. Me senté en la cama viendo cómo empezaba a empacar nuestras cosas.

-Entonces, ¿regresaremos a Cinfielo?

De cierta forma, estaba decepcionado de que el viaje terminara, pero si Rafael estaba preocupado, era porque algo serio pasaba.

-No, solo cambiaremos de lugar de hospedaje. Aquí en Londres, hay uno de los nuestros. El mejor médico que vi era parte de Cinfielo.

Ahora la decepción se convirtió en ardor en mi pecho. Mi Omega estaba dolido y no se por que.

-Rafael, ¿qué pasa? ¿Por qué estás así?- pregunté para evitar tener una discusión con mi Omega después resolveriamos todo lo que nos pasa con Rafael.

-La mujer era una medium, o así se conoce entre los humanos. Nosotros simplemente les decimos brujas, pero existen las rojas, negras y blancas. Lo que te hizo fue marcarte con una maldición. Tengo que saber si es de las rojas o negras para pedir ayuda a una bruja blanca.

-¿Qué diferencia hay entre una y otra? -Un escalofrío recorrió mi cuerpo al saber que podía estar marcado con una maldición.

-Las rojas marcan para que el portador muera, y ese espacio que dejan lo ocupan uno de los suyos. Las negras lo utilizan para ir drenando su energía, no hasta el punto de matarlo, pero sí en el que puede llegar a dejar secuelas muy grandes. Valentino sabrá decir cuál es, y con suerte, su novio te ayudará.

-Está bien.

Lo ayudé a empacar nuestras cosas. Por alguna razón, sentía que esa marca iba mucho más allá de lo que Rafael me dijo. Lo sé por la manera en que toma mi mano mientras estamos en el taxi y cómo su Alfa trata de evitar transmitirme su preocupación.

 Lo sé por la manera en que toma mi mano mientras estamos en el taxi y cómo su Alfa trata de evitar transmitirme su preocupación

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Deseo: "El secreto de amarnos" •Rafael Federman Y Fernando Contigiani • #4 Where stories live. Discover now