Capítulo X

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Una quincena después

Sansa

Llegue a Rocadragón y ver a Daenerys fue tan maravilloso que llore por verla sana y salva. Llegue al anochecer y pasamos la noche juntas, solo dormimos sintiendo el calor de la otra. Le conté sobre los cachorros que teníamos y ella estaba emocionada por verlos. Al día siguiente me pusieron al corriente de todo lo que sucedía y uno de los hombres de Daenerys me miraba extraño

- Oberyn se quedará cuidado a Arianne, no podemos pedirles hombres porque siempre están en enfrentamientos - comenté

- Pelearemos en el Muro con los hombres que tenemos - mi esposa señaló el mapa - Viserys intentara apoderarse de todo y no dudará en hacer cualquier locura, no puedo dejar que algo le pase a Arianne

- Tomar el Invernalia será sencillo sin Robb - suspiré - Pero no se cómo se lo puede tomar las personas del Norte

- En el Norte adoran a los Alfas fuertes, saben que tienes más de una pareja, eso no se veía desde Theon Stark. Estarán más que orgullosos de seguirte. Además, con Robb viaja menos de la mitad del Norte

- ¿Por qué no va ahora? - escuché al hombre que me miraba mal - Tome sus tierras de una buena vez, eres un Alfa, eso es lo que hacen, ¿No es así?

- Daario - Daenerys lo miro

- No, hablas que es el mejor Alfa que conoces, entonces debe de hacerse cargo de sus tierra y no dejarte todo el trabajo, hasta donde tengo entendido solo sirve para dejar embarazadas a Omegas y nada más

- No solo a Omegas - me levanté de mi lugar - Puede que tengas razón, pero lo primordial es acabar con los Caminantes, luego tomaré Invernalia

- Ya veremos - gruñi hacia él - Después de todo eres un Alfa inútil

- ¡Te mataré! - gruñi mostrando mis colmillos, Daenerys me tomo de los brazos - Tu eres solo la basura debajo de mi zapato un beta sin tierras, sin títulos

- Prefiero eso a un Alfa que no sabe pelear sus batallas, que sin sus esposas también fuera un cero a la izquierda - las garras se hicieron presentes

- Ya basta - Daenerys hizo que la mirara a los ojos - Amor, mi loba - beso mis labios - Calmate, lo necesitamos - me susurró al oído

- Lo odio, lo mataré - lo mire con odio

- Y lo harás, pero no ahora

Daenerys me saco de la camara de la mesa pintada y me llevo a sus aposentos, aún estaba molesta y mi lobo estaba por salir, ella se sentó en mis piernas y comenzó a besarme

- Es excitante verte molesta - la mire a los ojos - Haces que quiera tener tus cachorros para saber si tendrán tu temperamento

- Te amo - la tome por la cintura - Y odiaría que te pasará algo por mi culpa

- Lo que me pase no será tu culpa, sería mía en dado caso - comenzo a moverse - Solo ignora a Daario, es un imbecil que quiere tener algo conmigo

- Pero tú eres mía - gruñi

- Pues demuestraselo

Sonreí sabiendo lo que mi esposa quería. Con pasión la bese e hice que cayera a la cama y me coloque encima, ella sonrió acariciando mi rostro, sus ojos brillaban y yo sabía tanto como ella que era nuestro momento y que ambas nos necesitábamos porque nos amamos por encima de todo

En las siguientes horas hice gritar, jadear y rogar a Daenerys. Sabía que toda la fortaleza nos escucharía, sobre todo, el imbecil de Naharis. Pero debía entender que Daenerys es mía y siempre lo será. Al anochecer los hombres fueron avisados de que al amanecer partiríamos al Norte, justo hasta el Muro para prepararnos contra el enemigo. Daario me miraba con odio, más cuando Daenerys presumía las marcas que tenía en su cuerpos por el vestido que se había puesto. Ella estaba radiante y yo contenta por lo sucedido. El viaje al Muro nos tomaría una Luna por las condiciones climáticas, el invierno era demasiado frío y el agua se congelaba, ese tiempo le llevo a los otros hombre de Daenerys llegar, se esperaba que a nosotros nos tomara los mismo, incluso menos

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