X: Solos y juntos.

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«Porque eres irreparable. No puedo atravesar tú mundo.

Vives en colores fríos, tú corazón es irrompible»

Shades of cool (Lana del Rey)


Si alguien le hubiera preguntado si en algún momento de su vida pasaría un mes encerrado en un lugar desconocido al lado de un completo extraño, hubiera respondido con un rotundo no, entre risas. Las vueltas de la vida nunca dejaban de sorprenderlo. Louis pasó todo un mes observando como el día comenzaba y terminaba a través de una ventana con barrotes. Su vida se había vuelto eso. Una simple y hostil rutina.

Además de levantarse con el sol y dormir con la luna, lo único entretenido que sucedía eran los sueños que mantenían inquieto a Harry por las noche. Todo había comenzado desde esa vez que lo llamó Harold.

Era como si hubiera oprimido un botón y encendido (o apagado) algo en él. Si su actitud ya era insoportable, ahora simplemente no podía estar dos minutos sin iniciar una pelea. Últimamente se enojaba por todo. Se mantenía silencioso, distante, pasaba horas sentado frente a la ventana con los ojos cerrados y por la noche, dormía poco y se despertaba por una pesadilla y no volvía a dormir.

La situación era simplemente insoportable. De por sí era incómodo vivir con él a las fuerzas por el simple hecho de no conocerlo, y lidiar con sus silencios y cambios de humor era tan intolerante como aterrador. Si antes no sabía qué esperar de él, ahora no podía relajarse bajo ningúna circunstancia.

Esa mañana fría, Harry seguía durmiendo a su lado como hacía mucho no dormía. Decidió mirarlo. Estaba boca arriba, cruzaba los brazos bajo su cabeza y apretaba el ceño y se preguntó con quién soñaba, que lo atormentaba tanto. Recorrió sus facciones duras, su mandíbula definida y trató de contar los tatuajes que tenía desde el cuello y perdió rápidamente la cuenta. Respiraba tranquilamente, contrariando la mortificación en su rostro. Aguantó la respiración y decidió tocar un tatuaje en particular que llamó su atención pero Harry se movió. Cerró rápidamente los ojos. Abrió apenas un ojo para ver que Harry estaba de costado, enfrentándolo pero todavía dormía. Louis podía sentir la respiración de Harry chocar contra su mejilla y hacerle cosquillas.

Iba alejarse de él, aburrido. Iba hasta tirarlo "accidentalmente" de la cama como venganza por no dejarlo dormir tranquilo la noche anterior,  cuando notó algo en el brazo izquierdo de Harry.

Un nombre sobresalía de tanto lío de tinta. Le costó un par de intentos entender que decía Lisa. Parecía que quería tapar ese nombre, pero a la vez no porque estaba ahí, en letra cursiva y prolija en medio de distintos garabatos sin sentido.


¿Tenía algo que ver Lisa con la manía de tatuarse todo el cuerpo?


Sin contenerse decidió pasar el dedo sobre el nombre de Lisa, como si quisiera leer su piel y saber porqué ella estaba tatuada ahí. Miró otros tatuajes de paso; una rosa, un barco y si mal no veía, había un corazón en el brazo. Ninguno tenía significado en ese momento, todos parecían haber sido escogidos al azar en una revista. Harry parecía haberse tatuado todo el cuerpo hasta llegar al brazo donde ese bendito nombre estaba; donde no tenía el valor suficiente para taparlo.

Decidió cerrar los ojos una vez más y hacerse el dormido cuando Harry comenzó a removerse entre sueños. Lo escuchaba quejarse, maldecir y retorcerse. Espero algo; alguna palabra pero nada sucedió y eso fue demasiada tentación para Louis quien abrió primero un ojo y luego el otro. Harry estaba sentado a la orilla de la cama restregándo pesadamente sus manos en la cara. No había logrado dormir más de tres horas seguidas sin que un mal sueño le despertase.

Harry suspiró audiblemente decidiendo que no iba a tratar de dormir de nuevo. Odiaba tener el mismo maldito sueño y sobre todo, odiaba no poder absolutamente nada al respecto.

—Eh... ¿Sucede algo? ¿Estás bien?

La voz de Louis cortó sus pensamientos pero no le miró. Se limitó a tensarse —¿Qué haces despierto? -preguntó bajito, sin ánimos. Estaba cansado.

—Bueno… te has movido toda la noche y fue complicado para mí dormir. De hecho no lo hice. Pero ¿Estás bien?

Harry no contestó al instante. Era raro. Llevaba mes y medio conviviendo con él, pero ni en la situación en la que se encontraba, Louis nunca lo vió triste ni decaído. Era extraño verlo de ese modo. Tan apagado.


—¿Crees que soy un monstruo? -preguntó Harry en un murmullo que Louis casi no escuchó.


— ¿Eh? -preguntó Louis sentándose en la cama —Bueno, creo que eres un animal ¿Eso cuenta?

Harry rió sin gracia y luego permaneció en silencio.

—Está bien, dime ¿Qué sucede?

—¿Por qué te interesaría saber? ¿Es otra cosa tuya de curiosidad? -chasqueo la lengua.

Louis no pudo evitar reír. Le causaba gracia que siempre hiciera ese gesto —Vamos a estar mucho tiempo aquí. Soy la única persona que tienes en este momento y la única que puede escucharte.

—¡Qué fortuna! No quiero hablar contigo. Eres exasperante.

—Entonces... ¿Qué quieres? -preguntó y Harry aunque no lo veía, podía jurar que estaba sonriendo. Por alguna razón que no entendía, a Louis le divertía molestarlo.

—Lo que quiero es que te vayas y me dejes solo antes de que tenga que sacarte a la fuerza -dijo mirando sobre su hombro y luego volvió la vista a sus manos.

Nunca espero que Louis se sentará a su lado y lo mirara con sus ojos azules, sin malas intenciones. Solo dulzura y calidez. Le bastó un mes y medio sentirse seguro cuando lo miraba pero nunca lo diría en voz alta.

—Soy la única persona que tienes en este momento -dijo y su voz, aunque chillona, sonaba suave y tranquila, cómo si le hablara a un niño que no entendía cómo se sentía —. Estás tal vez no sean las mejores circunstancias para hacer amigos pero hey, ¿Quién más que yo puede entenderte en esta situación? Habla conmigo de lo que te perturbe. Yo estaré aquí para escucharte. Bueno… contra mi voluntad, pero estaré aquí de todos modos ¿Quieres un abrazo? Te lo daré de todos modos.

Harry abrió grandes sus ojos cuando sintió a Louis aferrarse a uno de sus costados. Hacía mucho que no recibía un abrazo desinteresado. Se relajó poco a poco entre sus brazos hasta que la sensación le dejó de parecer extraña para terminar sintiéndose contenido.


—Estuvo bueno, pero estoy bien… -susurró Harry —. No. Quédate. Que me hacen gracia tus bracitos -lo detuvo cuando Louis hizo ademán de irse.

—¿Estás mejor? -preguntó Louis bajito.

—Mejor.


Durmiendo Con El Enemigo » Larry Stylinson  Where stories live. Discover now