❄️Capítulo 84❄️

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—¡Juego de la verdad, juego de la verdad! ¡A Shuell le gusta el juego de la verdad!

—¡Señorita, no más juego de la verdad!

—¡Oh, si no quieres, bebe! ¡Hyren, si no puedes beberlo todo de un trago, no podrás casarte!

—¡Ahhh! ¡Eso no es justo!

Se podía ver botellas de alcohol, vajillas esparcidas por todas partes y hombres durmiendo con el vientre descubierto, que no daban señales de estar vivos o muertos.

En el espacio, había un niño pequeño comiendo uvas entre los brazos de la sonrojada Shuell.

Los movimientos de la mano de Shuell haciendo girar una botella fueron deslumbrantes.

La botella que hizo girar dio vueltas varias veces y se detuvo apuntando a una persona. Ante esto, los mercenarios sentados en círculo se rieron y empujaron con los pies al hombre que fue señalado por la boca de la botella.

—Vamos, vamos, ¡pregunta!

Tardíamente miraron hacia la puerta abierta por donde entraba un gélido viento.

—Ah, clientes, ¡el negocio ya ha cerrado hoy!

Un hombre muy borracho habló mientras miraba a Jess y Zeros, quienes no podían hacer nada porque sostenían sus espadas.

—¿Tal vez quieren unirse a nosotros?

Los hombres levantaron sus copas sin siquiera saber quiénes eran los que aparecieron ante ellos. Incluso estaban hipando.

A lo lejos, Nevid, que estaba barriendo el piso como si temiera que Shuell pudiera cortarse con los cristales esparcidos, levantó la cabeza.

—¡Mi Señor!

Mostrando una expresión de alegría y alivio, Nevid se acercó rápidamente a Rayglen. Al parecer, era el único sobrio en la taberna.

—En verdad, le dije a Su Alteza que debíamos irnos, pero ahora está terriblemente mal...

—Nevid Mawson.

Contrariamente a la atmósfera acalorada en la taberna, la voz grave y rasposa de Rayglen demostraba que estaba bastante molesto.

Nevid pareció haber recobrado el sentido por un momento y rápidamente enderezó su postura.

—Sí, a su servicio, Señor.


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«Realmente solo bebí un poco.»

Al principio pretendía emborrachar mucho a los mercenarios de la taberna, porque es posible fingir estar borracha. Sin embargo, antes de darse cuenta, la idea de tomar un trago o dos para aligerar la atmósfera se volvió más constante.

No sabía cuánto tiempo había pasado.

Abrazó a Jen por el frío y cuando volvió a reírse, se veía tan lindo que inconscientemente apretó sus mejillas y tomó más copas.

En algún momento, hizo contacto visual con una fría mirada. Por un instante pensó que estaba alucinando, así que parpadeó y señaló con la mano al dueño de la mirada.

—¡Ah, se parece al Gran Duque! ¡Nevid, míralo! ¿Nevid? Oh, ¿dónde se metió?

Cuando miró a su alrededor, no pudo encontrarlo.

Rayglen caminó hasta pararse frente a Shuell. El aire frío, que llegaba de forma natural al anochecer, se mezcló con él.

—Es extraño. No puede haber una persona en este mundo que se parezca al Gran Duque —dijo Shuell, forzando su visión borrosa.

—Vámonos.

—Tu voz es agradable, jejeje.

Cuando Shuell extendió los brazos, Rayglen se inclinó y la cargó.

Shuell presionó su mejilla acalorada contra el rostro de Rayglen.

Los mercenarios, a los que todavía les quedaba energía para seguir tomando, se levantaron con urgencia.

—¿Quién eres?

—Es mi esposo.

Abrumados por la expresión distorsionada de Rayglen, los mercenarios no pudieron hacer más preguntas.

—Oh, ¿este es realmente el Gran Duque?

—... Hablemos cuando recobres el sentido.

Shuell presionó sus mejillas con ambas manos.

—Gran Duque, felicíteme.

—¿Debería halagarte viendo este desastre?

Sin dudarlo, Rayglen atravesó la entrada y salió de la taberna.

Mientras Zeros y Nevid se quedaron para limpiar el desastre, Rayglen se escabulló por los callejones sin dudarlo.

Al ver 3 caballos erguidos en la plaza, las personas pensaron que estos también eran parte del Festival y se reunieron alrededor. Alguien incluso colocó una corona sobre uno de los caballos.

Shuell acercó la nariz al cuello de Rayglen y olfateó.

—Uhm, huele al Gran Duque.

—Estás ebria.

—No, ¡no estoy ebria! ¡Puedo beber más!

Tras ver a Jess corriendo a la distancia, Rayglen abrazó con fuerza a Shuell para evitar que cayera y subió a su cabello.

Shuell instintivamente abrazó con fuerza el cuello de Rayglen.

—¡Me desintoxique con flores de calabaza! —explicó Shuell.

—¿Por qué tu voz es extraña?

—Es un error del Gran Duque.

Mientras Shuell murmuraba con una voz mezclada con risa, Rayglen pasó una mano por su cintura.

El caballo se movió, pero no con tanta rapidez.

Shuell tembló instintivamente por la brisa nocturna, así que se enterró aún más entre los brazos de Rayglen.


La villana cautiva al Gran DuqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora