《🥀》

18 2 1
                                    

—Te me haces conocido, ¿nos hemos visto alguna vez? — preguntó Dio, por enésima vez. Giorno miró a su padre con simpatía, dándole una pequeña sonrisa.

—Soy su vecino. — dijo Giorno. —Vivo en la casa de al lado.

—Ah, ya veo. — musito Dio, asintiendo la cabeza. —Entonces, ¿qué haces aquí en mi porche? — preguntó Dio, alzando una ceja a su hijo.

—Me invitó una taza de té, ¿lo recuerda? — preguntó Dio.

—Oh. ¿En serio?

—Por supuesto, Señor Brando. — dijo Giorno, tomando un sorbo de su té antes de ponerlo de vuelta en la mesa.

Dio tarareó. Giorno miró con las cejas alzadas a su padre. El Alzheimer cada vez iba peor, Dio ya no podía reconocer a su propio hijo a este punto. —Entonces, ¿Cómo dices que te llamas?

—Giorno, Señor.

—Giorno... ¿Eres italiano?

—Eh, sí. — dijo Giorno. Era más fácil decir que sí que explicar por enésima vez que Giorno fue adoptado por una pareja italiana antes de que Giorno decidiera buscar a su padre biológico. Eso fue hace algunos años, cuando Giorno tenía 21 años.

—¿Vives solo?

—No, vivo con mi padre.

—Con tu padre, ¿eh? — Dio frunció el ceño, creando más arrugas. —Mi padre era una escoria humana, solía pegarnos a mi madre y a mí.

Giorno miró a Dio con simpatía. Giorno sabía de las cosas por las que tuvo que pasar su padre durante su infancia. —Mi padre no era el mejor, — empezó Giorno, llamando la atención de Dio. —Era un cabrón, ¿sabes que me dijo cuando me vio por primera vez?

—¿Qué?

—Mierda, ¡Es como verse a un espejo! — exclamó Giorno, sonriendo cuando Dio empezó a reírse. —Y aun así, negó mi existencia.

—¿Y aún así decidiste quedarte con un hombre así? — preguntó Dio, alzando una ceja a Giorno.

Giorno rió entre dientes, cerrando los ojos. —Mi padre tiene muchos defectos, es malhumorado, egoísta e insufrible.

Dio sacudió la cabeza. —Como el mio.

—Pero, con los años, aprendí que solo es un solitario viejo cascarrabias. — sonrió Giorno, abriendo los ojos para mirar a Dio. —Solo necesitaba amor.

Dio resopló, rodeando los ojos. —¡Tonterías! — frunció el ceño de nuevo. —El amor no cambia a nadie, si no, ¡pregúntale a mi madre! Su tan dichoso amor por mi padre no hizo nada ante sus ataques alcohólicos.

Giorno sonrió débilmente. —¿Nunca has tenido a alguien así?

Incluso si la memoria de Dio se ponía cada vez peor, había algo... alguien a quien Dio no ha olvidado. Alguien que aún seguía muy marcado en su memoria, en su alma. El ceño fruncido de Dio se suavizó, aunque sus arrugas de la edad prevalecieron. —Si, lo había. — murmuró Dio, bajando la vista.

—¿Cuál era su nombre?

Dio alzó las cejas, la comisura de sus labios se levantaron, soltando un suave suspiro por su nariz. Sus ojos ámbar radiando con melancolía. —Jonathan.

Jonathan Joestar. El alma gemela de Dio.

Aunque Dio nunca se refirió a Jonathan como tal, Giorno sabía que eso era lo que Dio en verdad se refería cada que Giorno veía a su padre hablar de Jonathan. Una suave sonrisa se esbozaba en sus labios cada que Dio llamaba ese nombre, la forma en que sus ojos ámbar brillaban con vida. Por un segundo, Giorno no podía ver al viejo canoso y con arrugas. En su lugar, Giorno sentía que estaba hablando con una versión joven de su padre. Una versión que Giorno solo ha visto en fotos.

Mi Viejo《DIOJONA》Where stories live. Discover now