historia de una plantita

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Cuando me vi en la situación en la que me dejaste, no pude sentir más pena. Pena de haber acabado así.

En el momento en el que María y Pepe comenzaron a salir, ambos comenzaron a tener una obligación por elección propia: cuidarse mutuamente.

Ambos se entregaron el uno al otro una plantita.
Cuando cuidas una plantita, la riegas todos los días, la pones al sol, admiras las flores que nacen cuando pasa el tiempo.
María cuidaba de su plantita, además, lo hacía con gusto. Estaba orgullosa de cómo crecía y de lo bonita que resultaba a sus ojos.
Sin embargo, no existía una reciprocidad por parte de Pepe. Su plantita estaba débil, apenas respiraba o conseguía alguna sustancia que le hiciera sobrevivir.

A Pepe le sorprendió el día que María se enfadó por su dejadez.

Y cuando Pepe intentó después de tanto tiempo empezar a regar la plantita, de esta apenas salían hojas. Si sobrevivía, sería a duras penas. Nunca le podrían salir flores, ni tener suficiente fuerza para crecer más allá del tiesto.

Cuando descuidas algo que quieres, se marchita. Y lo más triste de esta historia, es tener que explicarla con una metáfora, cuando en realidad nunca existió ninguna plantita.

Pequeños pensamientosWhere stories live. Discover now