Por muchas realidades que haya, en cada una de ellas están juntos de una forma u otra sin importar qué o cómo lo hagan.
Hay errores que permanecen en el tiempo, pero aprendemos de ellos y los evitamos en el futuro.
No hay fuerza en el mundo para hac...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
━━━ ⇜ ━━━
—¿Qué clase de juego tienes en la cabeza, Gojo? —preguntó uno de los ancianos—. Traer a otro chico maldito con un espíritu vengativo a su merced y hacer que casi se pelee con la reina de las maldiciones, sin mencionar del que estamos hablando es de un chico que se llama Ryomen Sukuna al igual que el rey de las maldiones, ese niño podría ser un posible descendiente o peor aún una reencarnación de esa bestia.
—Seguro esa basura maldijo a ese pobre chico para que se deshaga de todos los humanos.
—¡Hay que matarlo! ¡Basuras como esas solo ensucian el nombre de los hechiceros!
—Tranquilos, viejos, nada de eso está pasando, lo tenía todo planeado —comentó aburrido, tronándose el cuello para luego poner sus manos dentro de los bolsillos de su chaqueta.
—¿Y tú como podrías saberlo? ¡Deja de ser un maldito vago y haz tu trabajo!
—¿Estar tanto tiempo en esta sala les ha podrido el cerebro, ancianos? Creo que han olvidado que soy Satoru Gojo, el hechicero más fuerte del mundo y el único poseedor de los seis ojos e infinito. Si ese fuera el caso lo hubiera sabido desde el primer segundo en que lo vi —respondió como si fuera lo más obvio del mundo—. Mandé a Ijichi a investigar su pasado, cualquier pariente lejano ha muerto al igual que su madre que falleció en el parto, criándose con su padre, el cual murió hace un año por un paro cardíaco; chico solitario y metiéndose en varios problemas en la escuela primaria tanto como la secundaria o al menos hasta que conoció a Itadori Yuuji a la edad de trece años. Los compañeros de clase que sobrevivieron del tiroteo que hubo en su escuela dijeron que Yuuji-kun fue como un ángel que iluminó la vida de Sukuna-kun porque desde ahí sus peleas con bandas contrarias disminuyeron de notable forma.
—¿Esto es una broma? ¿Acaso todos los portadores con maldiciones de clase especial se reunieron para tener el mismo destino con amor fallido? —Se burló el anciano más longevo entre todos los viejos sabios.
Eso ocasionó que la sala se llenara de risas y carcajadas a excepción del hombre de cabellos blancos, el cual fruncia el ceño a través de su venda y hacia una mueca, liberando la cantidad necesaria de energía maldita para hacer callar a todos los presentes.
Nunca aguantaría que alguien se burlara de las situaciones que hicieron que queridos estudiantes decidieran convertirse en hechiceros.
—Con esa edad cualquiera pensaría que un anciano ridículo supiera cuando cerrar la boca cuando es necesario —dijo serio, quitándose la venda y dejando ver sus seis ojos, los cuales tenían un brillo peligroso—. Viejos inservibles que se ocultan detrás de patéticas puertas en vez de enfrentar cara a cara a las maldiciones con las cuales mis estudiantes pelean no pueden hablar ni opinar.
—¡Irrespetuoso!
—¿Con quién crees que hablas? ¡Nosotros, los sabios, somos los más importantes en el mundo Jujutsu! ¡Ni tú ni esos grados especiales jamás podrán compararse con nuestro calibre!
