Los hijos de la tierra nacieron como un concepto hace miles de millones de años cuando el universo era joven.
El concepto en sí de los hijos de la tierra nace a partir de una profecía pronunciada por la bestia Cipactli en su lecho de muerte, por así decirlo.
Una antigua profecía pronunciada en un desconocido idioma para los dioses, pues resulta que al consultar con los Ometeotl, estos revelan que dicho idioma, es el dialecto original de la existencia, un idioma en el que se comunicaba la bestia primigenia Cipactli y el Dios y señor de la existencia Ometeotl.
Al saber esto la pareja creadora decide no intervenir en la investigación sobre dicha profecía, pues resulta que aunque es un idioma que no entienden al cien por ciento, logran traducir cinco palabras pero al acomodarlas en un orden o en otro no tienen sentido pues aquellas palabras son:
"Ometeotl", "Mal", "Hizo", "Existencia" y "Uniremos".
Estas palabras alteran a los dioses, pues la última, tercera y segunda palabra ya advierten sobre algo grande, y el hecho de que la palabra existencia se incluya en la profecía genera angustia.
Tiempo después el tema paso a ser verdaderamente temido y aterrador, pues de la noche a la mañana se convirtió en un tema tabú considerado como un pecado mortal el solo hecho de hablar de él, por el hecho de que generaba pánico entre los conocedores del tema.
Pasó un tiempo y el tema se dejó de lado la investigación se paró y todos los dioses que estaban incluidos en dicha investigación dejaron su labor, para dedicarse a su vida personal dentro de su panteón.
Es entonces cuando llegamos al fin de la primera era, la era del sol de tierra, cuando la tierra era totalmente plana.
Con la destrucción del primer sol, los dioses Yahvé y Quetzalcóatl deciden darle una forma esférica a la tierra, principalmente para que el segundo sol alumbre más eficazmente el planeta, ante la falta de los materiales necesarios para la creación de lo que Yahvé llamaba en ese entonces las placas tectónicas, decide vagar por el universo en busca de un material que resista el cambio y reseteo del planeta.
En su viaje Yahvé en lo profundo del universo la parte más oscura de todo el cosmos se encuentra con ocho huevos cósmicos hechos de un material resistente y poderoso, resulta que estos huevos son tan poderosos que expulsan energía incluso más antigua que el propio universo.
Yahvé se sorprende por la cantidad de energía que estos huevos expulsan de su superficie, así que decide tomarlos y llevarlos a la Tierra, al abrir los huevos resulta que dentro de ellos hay ciertas criaturas.
En el primer huevo hay un Cangrejo y al lado de él, hay un pedazo de roca cósmica con el nombre Kamatoa:
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(Pinterest)
El segundo huevo tenía dentro una tortuga con una roca con el nombre Arokawi escrito en ella:
