Estela se la paso contándome de cómo conoció a mi suegro, como la dejaron casarse con él, como su papá lo acepto en la familia y lo quiso como otro hijo. Siempre me han gustado los finales tristes, creo que eso finales son los que te hacen reflexionar, siempre que hay un final feliz nos venden cosas que no todos podemos tener, pero esta vez me gustó la historia de La señora Romero y el señor Romero. Estuvieron separados por años, porque el padre de Estela no lo aceptaba para su hija, el señor Romero se esforzó para demostrar que le podía dar la vida que estela quisiera. Y después de muchos años están casados, tranquilos y con un hijo.

No pudimos ir de compras porque Estela se la paso contándome de lo que hacía cuando era joven y yo escuchaba cada una de sus anécdotas encantada. Mi madre nunca llegó a platicar de su vida conmigo, ni nada por el estilo. Así que escuchar las historias de estela era como si fuera una niña pequeña fascinada de escuchar todo lo que hizo.

De un momento a otro ya estábamos en el patio trasero, echadas en unos taburetes con enormes sombreros y gafas de sol, mientras bebíamos naranjada.

— Me gusta el nombre de "Dalia" y " Daríus " para el bebé — admití

Estela sonrío de oreja a oreja al escucharme.

— Sí es una niña nos volveremos locos, Darius y yo — me aseguro Estela.

— Le creo absolutamente, pero así sea niño o niña

— Obviamente.

No podía dejar de pensar en la suerte que Diego tenía de tener unos padres tan comprensivos y serviciales. Puedo notar que criaron a Diego con todo el amor y apoyo que se le puede dar a un hijo. En cambio, yo crecí en un ambiente donde tenía que ser la mejor en todo y si no lo era tenía que pasar estudiando bajo el sol o frío. Aún recuerdo cuando una chica tuvo una nota mucho más alta que la mía en un examen de química y mi padre me dejó sin comer por días, solo podía tomar agua y no solo eso también me puso bajo la lluvia a decir los elementos de la tabla periódico con su número atómico. No sólo yo pase por esas cosas, tanto yo como Verónica y Ricardo hemos vivido esos castigos.

Ricardo solo tiene diez años. El día que verónica decidió irse de la casa de mis padres, yo me encargue de que Ricardo tuviera momentos felices como ir a comer helado a escondidas o llevarlo al parque. A veces por las noches me iba a buscar porque tenía miedo de estar solo y yo le leía cuentos o historias. Lo dejé solo, pero buscaré la forma de hacer que lo saque de ahí.

Cuando era niña veía a los niños jugar, correr y divertirse, yo solo sentía envidia, porque yo no podía hacer eso. El poder estar sentada y poder sentir un poco de tranquilidad me hacía sentir muy bien. Ya no había horarios para estudiar temas más avanzados que lo demás, no había castigos por equivocarte en la mínima cosa. No es exactamente como lo planeaba, pero sentía tanta paz, por fin podía jugar y sin sentir miedo por el castigo que podría tener. Ya no soy una niña para jugar o comportarme de manera infantil, pero sentía mucha alegría en mi corazón. De ya no sentir miedo al llegar a un lugar que se suponía que tenía que ser seguro y reconfortante para mí.

Mi bebé va poder conocer todo lo bueno del mundo, sin temor a equivocarse y con todo el amor y seguridad. Será feliz y no conocerá la parte podrida del mundo.

— Estela, ¿Crees que sea una buena madre?

— Nadie puede ser excelente en todo linda. Ser madre se trata de aprender con tu hijo de enseñarle lo que tú ya has aprendido, pero él bebe también te enseñará cosas nuevas. Tanto como para ti y el bebé será algo nuevo y diferente. Lo único que te puedo decir es que debes de dar lo mejor de ti, esto no es una competencia de quien es el mejor o peor. — tomo un pequeño trago a su naranjada y un poco de aire— Estoy segura que serás buena madre, pero solo recuerda que no es una competencia, no porque otras mamás sean más hábiles en otras cosas con sus hijos y tú no. No significa que estás haciendo un mal trabajo, ¿entiendes?

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⏰ Last updated: May 10 ⏰

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Las heridas de MarWhere stories live. Discover now