🕸Capítulo 3🕸

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Tan pronto salgo del lugar donde comenzó toda esta desgracia, mi nariz es invadida por un sabroso olor a carne guisada. Sin dudarlo ni un segundo, llevo la vista hacia Dylan Walker, el protagonista de mis futuras pesadillas, que por suerte, no tuve mientras dormía. Se mueve de un lado a otro por MI cocina, luciendo MI delantal y usando MIS trastes.

― ¿Qué estás haciendo? ― cuestiono sin siquiera acercarme.

― ¡Daphy! ― dice energético ― ¿Ya decidiste salir de tu cueva? Estoy haciendo algo de comer. Esta mañana no comiste nada, así que supuse que estarías hambrienta.

― No pienso comer nada que venga de tus manos.

Mi mente está firme en esa decisión, pero el estómago me quiere hacer una mala jugada.

― Junto con el hecho de que me dejes vivir contigo, viene de la mano convivir conmigo ¿Sabes? ―Hace una pausa ― Y no pienso envenenarte.

― ¿También vas a decirme qué hacer?

― Solo trato de que nos llevemos bien.

― Deja de hacerlo.

Me observa con una sonrisa sospechosa. ― No te enredes tanto y acomódate, la comida está lista.

― Ya dije que no voy a comer.

― Es lindo verte en plan agresiva, Daphy. Pero tienes que alimentarte bien para poder mantener tu belleza intacta.

Masajeo mis sienes en forma circular. El famoso Dylan Walker salió más parlanchín e infantil de lo que imaginé. El tono rojo de su cabello y el azul violento de sus ojos parece de alguien sexy y peligroso a la vez; y él, por más que me cueste aceptarlo, es como un niño que juega a ser un mal hombre. Con la sola diferencia de que él ya se a manchado las manos...

― No me harás cambiar de opinión ― digo al notar mi propio silencio.

Pero...

Benditos sean mis ojos. Dylan coloca sobre la mesa dos platos de arroz blanco con pollo guisado que me hacen la boca agua. Todo el platillo tiene exparsida una sublime salsa que aumenta el hambre, y, seguido de dichos platos, vuelve a la cocina para traer consigo dos vasos de jugo de naranja bien cargados de hielo. Trago saliva ante la apetitosa vista.

― Al menos pruébalo. Si no te gusta, no te lo comes.

Dylan saca una silla para mí en signo de caballerosidad, me siento sin pronunciar palabra y tomo la cuchara que fue puesta a la derecha de mi plato.

Tan solo con la primera. Solo con la primera, única y exquisita cucharada que llevo a mi boca, siento la comida de total agrado para el paladar. Devoro el contenido de mi plato con una hambre que no pensé que tendría, dando a entender, por más que lo niegue, que la comida es de mi total agrado. No es hasta que termino de beber el refrescante jugo cuando me recuesto de la silla del comedor, totalmente satisfecha.

― ¿Entonces?... ― pregunta él, expectante.

― ¿Quién te enseñó a cocinar?... ― cuestiono boba.

Explota en carcajadas a causa de mi comentario, se levanta de la mesa y recupera la compostura para luego recoger los platos sucios.

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⏰ Last updated: Jun 02 ⏰

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DYLANWhere stories live. Discover now