Lover, please prepare for my absence

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"¿Estará herido? Tal vez con alguna que otra cicatriz"

Bajó del tranvía luego de pagar, acomodando los dobleces de su abrigo y caminar por la acera. El sol ya se había ocultado y el cielo yacía pintado en un azul medianamente oscuro.

Nervioso.

"¿Dónde es que están esos chiquillos que venden los periódicos cuando de verdad se les necesita?"

Caminó un poco más rápido, pues faltaba poco para llegar a su casa y no es que estuviera asustado porque alguien le hiciera algo. Sabía defenderse lo suficiente.

Una brisa fría pasó cuando finalmente estuvo de pie frente a la entrada. Abrió la reja y al estar dentro la cerró, caminando hasta la entrada de la casa en donde se suponía dejaban el periódico matutino. Y si, allí estaba sobre el tapete. Se agachó para tomarlo, leyendo el titular que tintado en letras negras decía;

LA GUERRA HA TERMINADO: MILES DE NIÑOS QUEDAN SIN UN PADRE, MADRES QUEDAN DEVASTADAS CON LA AUSENCIA PERPETUA DE SUS MARIDOS.

Ausencia.

Esa palabra le llamó poderosamente ma atención.

Ausencia perpetua.

Sus manos temblaron un poco en lo que se levantaba del suelo, leyendo el artículo con una expresión ligeramente preocupada. ¿¡Dónde estaba esa maldita lista!?

Pasó las páginas con histeria, bastante ansioso y con su sonrisa a duras penas en el rostro. Fue entonces que la encontró casi al final del periódico.

LISTADO DE NOMBRES: (MIA) DESAPARECIDOS EN ACCIÓN.

Tragó saliva con pesadez, frunciendo ligeramente el ceño.

—Aquí vamos...

Buscó por las iniciales uno por uno en lo que buscaba las llaves de la casa para abrir. Una vez adentro de la casa se dedicó a buscar mejor entre los muchos nombres, tomando asiento en el gran sofá café en el que su querido esposo solía descansar luego de un arduo día de trabajo. Y buscó, buscó desde la A hasta la Z pero no apareció.

Suspiró de alivio ante tal descubrimiento.

"Si... De seguro ha de estar en camino."

Con optimismo, se levantó del sofá para ir en dirección a la cocina y preparar algo para comer. Pero ni cinco pasos había dado cuando escuchó la bocina de un auto a las afueras de su hogar. Extrañado, salió armado con sus llaves de la casa. Aunque su vista recayó casi de inmediato en el tipo de vehículo que era: un Cadillac con la bandera del país de un lado.

Acaso...

¿Su amado había regresado?

Su corazón latió con entusiasmo ante aquella posibilidad, apresurándose a la entrada para abrir el enrejado, pues alguien se había bajado del auto del otro lado. Para cuando había abierto, la persona ya se encontraba frente a él; un soldado que en definitiva no era él.

Su sonrisa flaqueó un poco; confundido.

—¿Alastor Beaumont? —preguntó el joven Beta de vestimentas militares.

—Alastor Novikov —corrigió. Había dejado de usar ese apellido desde que había contraído nupcias con...

El muchacho sacó de su bolsillo un sobre, extendiéndoselo y él lo aceptó, dudoso.

𝗔𝗕𝗦𝗘𝗡𝗖𝗘Where stories live. Discover now