Capitulo XX

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Miserable.

El Conde no sabía si esa era la palabra que más lo había identificado en su momento o era sólo la sensación superficial que emitía su ser. Miserable, infeliz, desdichado, desventurado, abatido; simples sinónimos que había tatuado con lágrimas en su piel y que ahora no lo hacían sentir nada. Porque eso era lo que sentía Lord Tomlinson en ese preciso momento: Nada.

Ya no había pena; las lágrimas habían sido derramadas en su totalidad

Las sonrisas que tanto lo distinguían desaparecieron en el mismo momento que salió de la casa del Duque de Orleans -El cual no se había aparecido en la casa de Louis- ; sólo tenía moretones en su piel, fiel recuerdo de lo había sucedido. Memoria de porqué se había convertido en un ser miserable. Aquellos hematomas le hicieron recordar la mentira descabellada que le había quitado la jovialidad, sus sonrisas y toda su alegría.

Esa falacia le había quitado todo. De lo único que tenía seguridad era de querer dormir y eso es lo que hacia.

Habían pasado exactamente cuatro días desde que la verdad salió a la luz y Lord Tomlinson en ningún momento vio los rayos del sol.

Las ventanas de su habitación estaban cubiertas por gruesas cortinas, las puertas estaban cerradas con llave; dio la orden explícita de que nadie lo molestara y sólo dejaba entrar a ese espacio que se había convertido en su refugio a Lady Roux, quien solía traerle comida.

-Creo que debería comer, aunque sea un poco -Recomendó la pelirroja sentada a los pies de la cama de Louis, quien sólo se dedicaba a mirar el techo de su habitación- . No lo he visto siquiera probar bocado .

El hombre miró en plato de comida, el cual sólo era una sopa de pollo e hizo una pequeña mueca.

-No tengo hambre, Felice -Susurró el castaño sin mirarla.

Lady Roux suspiró y acercó la bandeja al cuerpo de su amigo. -De todas las veces que he venido no te he visto ingerir alimentos .

-Felice -El Conde sacó la vista del techo y miró a la mujer; no demostraba emoción alguna -, por favor no insistas.

La pelirroja reprimió un bufido y sólo asintió, tomó la charola y se levantó de la cama de su amigo.

-Cualquier cosa ... Zayn puede traerte comida.

-¿Ya te vas ¿ -Inquirió de forma neutral.

La mujer asintió.

-Lamentablemente sí . Le dije a unas amigas que me juntaría con ellas -Volvió a dejar la bandeja en la cama y se acercó al castaño . Al estar junto a él besó fugazmente su frente y le sonrió- . Trata de salir al patio a tomar aire, ¿ Sí ¿ Mantenerte encerrado no hará que los problemas se vayan.

El Conde asintió un poco indiferente, pero muy en el fondo pensó en las palabras de su amiga. La monotonía de la habitación lo estaba mareando; siempre lo mismo. Incluso el aire estaba viciado . Salir al patio no era una idea descabellada .

De todos modos, necesitaba buscar una distracción y su refugio no le daba eso.

-Lo pensaré - hizo una pequeña mueca-. Que te vaya bien.

Felice le dio una media sonrisa, tomó la charola y se fue de la habitación dejando la puerta abierta.

Louis al ver un poco de luz entrecerró los ojos y se tapó el rostro con la almohada, haciendo un pequeño gruñido.

-¡Zayn ¡ -Exclamó el castaño con voz ronca- ¡ Cierra la puerta ¡ Por favor.

El joven mayordomo fue corriendo ante el llamado de su jefe y se paró bajo el umbral de la puerta con una sonrisa.

Lady Styles [ Larry stylinson] Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt