Sneak - Peak

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Hola!

Maldita Obsesión finalmente está publicada. Su primer capítulo está ya disponible en mi perfil. He aquí un pequeño adelanto del primer capitulo.

I. ANNA

Miro la hora, sintiendome ansiosa y lógicamente, asustada.

No he cumplido mi cuota del día.  Van a darme una paliza. El club está por cerrar y John está por llegar. Contará el dinero y no tendré suficiente para cubrir su cuota. Ni para llevar algo a casa.

Quiero llorar de frustración mientras intento esconder el temblor de mis manos a las otras chicas. Odio en lonque me he convertido. Tuve la oportunidad de escapar de esta vida...de ser feliz, y lo había arruinado todo por un par de estúpidas drogas.

Cierro los ojos, obligando a las lagrimas a regresar. Llorar no valía la pena, tal vez si salía e intentsba atreaer a un cliente yo...

La luz verde del panel en la mesa se enciende como una pequeña llama de esperanza.

— Anna, cubiculo siete — Dice la voz de Bruno del otro lado del comunicador.

Y aunque estoy cansada como la mierda,  un cliente significa dinero, y si consigo impresionarlo lo suficiente podría tal vez sacar un par de dólares para comer por unos días.

Me incorporo tan rápido como puedo y llego hasta la pequeña tarima con el numero siete marcado con tinta oscura en el piso.  Las chicas que apenas están terminando su turno me hacen un gesto de buena suerte. Solo son dos de ellas claro, las demás están demasiado ocupadas siendonunas completas perras.

Ser llamada a uno de los cubiculos privados era una especie de suerte estos días.  La mayoría de los hombres disfrutaban de las bailarinas del salón, que conseguían sus propinas antes, consiguiendo llevarlos directo a los cubiculos ellas mismas.

Yo soy una de las pocas que se niega aún a venderme a ese punto. Por lo que me habían añadido a la lista de bailarinas privadas hace un par de semanas. Mis responsabilidades habían aumentado de la noche a la mañana, así que tenía que hacer suficiente dinero.

Cuando el cubilo se eleva, mi corazón late tan fuerte que a duras penas consigo escuchar la música, estar en un privado es una ruleta rusa. El club en el que trabajo es un club privado, para ricos podría decirse, así que mi cuota había aumentado considerablemente una vez que había pedido un lugar más cómodo que la pocilga en la que trabajaba antes.

Pero mejor no siempre significa más respeto. Por el contrario, loa hombres ricos son especial asquerosos y saben bien que su dinero es exactamente lo que buscamos. Es denigrante. Pero se me habían acabado las opciones y la persona quien había considerado mi amigo se había convertido rápidamente en mi verdugo.

El club es limpio y las chicas tenemos a nuestra disposición un botón del pánico en caso de que un cliente se sobrepase. Pero tocar el botón traía consecuencias.

Las luces brillantes golpean mi rostro mientras salgo al escenario.  El cubiculo es un semi circulo, y hay una pantalla de vidrio que me mantiene apartada del cliente, ssin embargo, cuando esta comienza a bajar siento un nudo en la garganta.

Sí, bajar el vidrio cuesta un par de cientos de dolares extra, pero también significa que es un cliente que quiere tener acceso.

Y eso nunca es bueno.

Las luces son tenues en el resto del cubilo, de forma que no puedo ver si estoy sola, sin embargo, cuando la música comienza a sonar me obligo a mi misma a inciar con mi rutina. Mi atuendo es evidente,  revelador.

Tengo puesto un top diminuto que cubre mis pezones con brillos en forma de estrella. Dejando ver el borde inferior de mis pechos, mi abdomen está descubierto, por lonque mi piercing es  visible y llamativo. La tanga que uso había sido un ultimo recurso, los shorts cortos no estaban ganandome demasiados clientes, así que finalmente los había dejado a un lado.

La música es lenta y sensual, por lo que intento que mis movimientos lo sean. Mis tacones son enormes, por lo que sé que mis piernas son mi punto fuerte. El cliente permanece en silencio. Y cuando mis ojos finalmente parecen acostumbrarse a la luz, no consigo identificar más que un par de zapatos lustrosos y el leve reflejo de una copa de lo que probablemente sea alcohol. Tengo que admitir que la idea de tener un cliente lo suficientemente rico para apartar la cabina y bajar el vidril es algo emocionante. Podré pagar la renta si saco provecho.

Normalmente cuando venían hombres aquí, eran grupos de cuatro o cinco que no dudaban en masturbarse frente a nosotras, lo que era asqueroso.

Una vez uno de ellos  le habia agarrado el culo a Kylie, y aunque las politicas de "no tocar a las bailarinas" era estricta....hombres como este no eran precisamente los que me preocupaban...

Informativo - Sonia González Where stories live. Discover now