Capítulo 4

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Año 114 después de la conquista; Dragonstone.

La princesa gritaba y muchas maldiciones salían de su boca al sentir un gran dolor en todo su cuerpo. Lágrimas de miedo y agonía abandonaban sus ojos mientras la matrona le insistía en que pujara. 

— ¡LAENA! —grita con todas sus fuerzas mientras sentía que su vitalidad la abandonaba ante una fuerte contracción. Y como si fuese una especie de invocación, las puertas se abren y su esposa corre a su lado, tomándola de la mano—. No puedo, tengo miedo, tengo miedo Laena —confiesa, dejando entre ver su pánico con las personas de su confianza en su hogar. Esta vez es Rhaenyra quien habla, no la heredera, no la princesa, sino la omega que tiene un miedo atroz al parto, la niña asustada que vio como su madre debilitaba su cuerpo cada año con cada pérdida que sufría hasta que eso la mato. 

— Eres un dragón, Rhaenyra, y pronto seremos madres. Aquí estoy, no te abandonare ahora, así que cuando te lo digan debes pujar con todas tus fuerzas y apretar mi mano, ¿bien?

Su madre llega a su cabeza, invadiéndola al pensar en que murió en la cama de parto en la que ella ahora se encuentra. 

No obstante escucha su dulce voz y al cerrar los ojos puede verla como la última vez, sonriéndole tiernamente a ella, su única hija.  

Tenemos vientres reales, tú y yo. El parto es nuestro campo de batalla y debemos enfrentarlo con entereza —su voz le tranquiliza mientras recuerda la forma en que le sonreía para tratar de hacerle ver que un día ella se enfrentaría a esa batalla incierta. 

Rhaenyra asiente, acatando las instrucciones de la matrona que le dice que inhale y exhale, y justo cuando siente otra contracción es cuando la partera le indica que puje

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Rhaenyra asiente, acatando las instrucciones de la matrona que le dice que inhale y exhale, y justo cuando siente otra contracción es cuando la partera le indica que puje. El dolor se extiende desde su espalda hasta su abdomen y finaliza en su parte íntima; aprieta la mano de Laena al sentir la cabeza de su hijo atravesarla para salir y grita con todas sus fuerzas, suspirando de alivio cuando las parteras le informan que el bebé ya salió.

— ¿Está sano? —pregunta Rhaenyra entre suspiros, aún sintiendo el miedo en ella. El bebé no tiene la culpa de su miedo, por lo que es lo primero que pregunta mientras las demás sirvientas siguen trabajando en sacar la placenta. 

— Muy sano, princesa. Es un varón omega, felicidades. 

Rápidamente las otras sirvientas lo limpian y envuelven en una manta, entregándolo deprisa a la madre, quien al tenerlo en sus brazos olvida por un momento ese terror que sintió y ahora una emoción completamente extraña y nueva se instala en ella. Nada se compara como el tener un hijo entre brazos, recuerda que escucho una vez, y ahora mismo Rhaenyra Targaryen puede confirmar eso.

Laena sonríe al ver un brillo en los ojos de Rhaenyra cuando estos le miran, un brillo que nunca había presenciado, no en esa magnitud. Ahora con el trabajo terminado, y su mano muy adolorida, toma con cuidado la mano del bebé quien solo arruga su pequeña nariz. Es un bebé hermoso, con una pequeña mata de cabello oscuro y de piel muy rosadita.

House of memories - HoTDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora