Capítulo 2

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En los peldaños de piedra, por otro lado...

Daemon intento tomar por asalto nocturno con Caraxes.

— ¡Craghas Drahar! ¡Sal de donde estés! ¡LUCHA CONMIGO!

El manto de oscuridad iluminado por el fuego de Caraxes hace imposible que Daemon vea a su contrincante, no así su contrincante sí que le ve.

Una flecha impacta contra el hombro del príncipe canalla, quien arranca el resto mientras Caraxes grita al sentir su dolor. Sin decir una palabra, su fiel compañero alza vuelo y rápidamente el cielo estrellado les esconde de los enemigos.

En el campamento los guardias alcanzan a avistar al dragón hasta que este se encuentra en la colina, de ahí ven bajar a un Daemon tambaleante.

Laenor es quien lo recibe, preocupado por el príncipe. Estaba a nada de tomar a Seasmoke de no ser porque Joffrey le detuvo.

— Príncipe Daemon —le saluda, tomándolo con cuidado cuando ve que este se tambalea.

— Laenor —le devuelve con algo de dificultad.

— Que traigan agua y toallas a mi tienda, por favor. También levanta al maestre y que venga —ordena al soldado de guardia, quien asiente y se retira rápidamente—. Joffrey, nos vemos mañana —se despide del joven para luego centrar su atención en Daemon.

Llegan a la tienda y de inmediato coloca a Daemon en su cama.

— No te duermas —le dice con voz severa, cuando ve al príncipe parpadear lento y a punto de cerrar los ojos. Comienza a quitarle la armadura con cuidado, descubriendo poco a poco la piel del pecho y espalda del príncipe hasta que sólo quedan los pantalones. Ahí ve la herida abierta y un poco sangrante, además de tener enterrado restos de madera.

El maestre le trae lo que pidió y comienza a curar a Daemon, quien comienza a quejarse justo cuando el maestre le termina de poner la medicina.

— Retírese, yo vendare al príncipe —el maestre acata su orden y Daemon relaja su ceño—. ¿No le agradan los maestres?

— No confío en ellos —contesta, viendo a Laenor en cada movimiento que esté da.

— ¿Se puede saber por qué? —pregunta en voz baja.

— Mi padre murió de forma extraña.

Y es verdad, el príncipe de la primavera, el valeroso príncipe Baelon, quien era fuerte, joven y que gozaba de buena salud murió repentinamente, lo cual es muy extraño.

— Comprendo...

Laenor termina de vendar al príncipe y ambos se quedan viendo uno al otro. Daemon no despega su mirada de él mientras alza su otra mano y le toma del mentón con algo de fuerza, acercándose hasta que sus respiraciones se mezclan.

— Hágalo —susurra, viendo al príncipe sonreír.

Daemon acorta la distancia y comienza a besar los labios del omega, quien, con cuidado, enrosca sus brazos en su cuello para acercarle más. Comienza a delinear con su lengua el labio de Laenor, mordiéndolo un poco mientras se aleja. La vista es... espectacular. El joven esta sonrojado, sus labios hinchados y sus pupilas dilatadas demuestran lo mucho que le gusto ese beso.

Ambos, así como se alejaron, comienzan otro beso con una feroz batalla entre sus lenguas. El chasquido de los labios, la saliva corriendo por su mentón y sus aromas comenzando a mezclarse lo es todo en ese momento.

— Apágala —susurra el príncipe al joven, quien de inmediato se levanta. Así tiene una mejor vista de los atributos de Laenor, quien fue bendecido por los dioses con ese cuerpo y ese rostro hermoso.

House of memories - HoTDWhere stories live. Discover now