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Aquella mañana había estado haciendo mucho frío, Beelzebub entró a la habitación de Aziraphale para recordarle que se abrigara pues el día estaría fresco, él asintió diciéndole adiós cuando le dijo que iría al trabajo. Bajó a desayunar y luego subió a bañarse, el agua caliente no estaba funcionando y terminó empapado en agua fría, no tuvo otro remedio que bañarse con esa. Incluso después de vestirse tenía frío, se abrigó bajando a la primera planta para ver la televisión, se aburría mucho así que se animó a salir al porche un rato.

Olvidó tomar las llaves y la puerta se le cerró con tan mala suerte que no pudo volver a abrirla y su móvil se había quedado dentro, ahora estaba fuera y sin modo de entrar o contactar con alguien para que le abriera. Dándose por vencido se quedó en el porche por un rato, pero después comenzó a llover y para cuando subió al portal ya estaba empapado. Sin modo de entrar ni contactar a nadie, empapado en agua y con frío, Aziraphale estaba seguro de que en esos momentos era el mejor guerrero de Dios.

Crowley regresaba del trabajo cuando vio a su pareja en el portal de la casa, detuvo el Bentley y agarró la capa saliendo a ver que sucedía. Aziraphale temblaba de frío aún con la ropa mojada, sus parientes llegaban tarde siempre así que no había manera de entrar. Crowley lo vio mojado tiritar de frío y se alarmó, lo cubrió con la capa para que no se mojara aún más y lo metió al auto para llevarlo a su casa.

— ¿Cómo terminaste así de empapado? Mírate pareces un pollito mojado.

— Perdón Crowley, olvidé tomar las llaves y el móvil, sólo quería estar un rato en el porche, pero comenzó a llover y yo me mojé.

— Ya ya no pasa nada, menos mal regresé temprano —le cargó en sus brazos subiéndolo a su habitación, abrió la ducha caliente y lo metió bajo esta—. Ahora te secaré y te pondré ropa, tú sólo quédate en la cama ya que la silla también se mojó.

Aziraphale asintió estornudando, el pelirrojo lo secó y le puso de su ropa para dormir, lo metió a la cama y cubrió con las mantas dejándole allí para él también ducharse. Preparó chocolate caliente y fue junto a su novio para así estar los dos calentitos durante aquél día de lluvia. A pesar del romántico momento, Aziraphale terminó resfriado y con fiebre, su cuerpo se había enfriado demasiado.

Crowley cuidó de él poniéndole paños tibios, dándole pastillas y haciéndole una taza de té, Azi le agradecía todo eso pero pensaba que tal vez lo iba a contagiar con su gripe. La fiebre continuó por unas horas, a Crowley ya no se le ocurría que más hacer, ya le había dado té, pastillas, incluso le puso paños de agua tibia y alcohol. Su último recurso fue dejarlo destapado sólo con el pulóver y una sábana para que sudara.

Se quedó a su lado hasta que se durmió y entonces bajó a preparar una sopa de arroz para cuando despertara, también zumo de naranjas y un huevito hervido para que tuviese nutrientes. Una vez Aziraphale se despertó ya no tenía tanta fiebre, de todos modos Crowley le embutió todo lo que había preparado, haciendo reír al otro por la forma en que se había ocupado de hacer tantas cosas.

— ¿Te sientes mejor? Creo que ya la fiebre bajó, déjame ver —le colocó el termómetro bajo el brazo—. En un rato sonará...

— Querido, eres la pareja perfecta, gracias por cuidar tan bien de mi —besó su mejilla, estirando su cuerpo—. Pues me siento cansado, pero no estoy temblando de frío cómo hace un rato, gracias...

— No me agradezcas, lo hago porque te amo —le abrazó, sintiéndose aliviado de que estuviese bien—. Me alegra mucho que no te haya pasado nada más, si no hubiese llegado de seguro seguirías ahí, ¡hubieras muerto de hipotermia!

— Crowley querido, tranquilo, no me hubiese muerto, ¿vale? Sólo me enfríe un poco. ¿Crees que puedo morir y dejarte solo? Claro que no.

El termómetro sonó indicando la temperatura, había bajado y ahora estaba normal otra vez, Crowley se acostó al lado de Aziraphale besando su mejilla, acurrucado con su amorcito. Azi acarició el cabello de su pareja, pensando en lo bueno que era y lo mucho que le quería. Aquél día se quedó a dormir con este, y al otro también, Crowley se estaba haciendo cargo de que el resfriado no se hiciera más fuerte.

Entre las CortinasWhere stories live. Discover now