Incontables fueron esos cigarros en la ventana. Uno por cada amor, por cada vez que dejé entrar a alguien... Quizás nunca aprendí o nunca quise aprender, porque en el fondo aún sigo creyendo que el próximo alguien será, aunque no sea. Aunque sea otro cigarro más a las tres de la mañana.
Tal vez esté destinada a la soledad...
Tal vez ese sea el castigo por querer creer, por querer luchar en encontrar algo que solo vive en mi cabeza y no en este mundo lleno de gente fría.
Pero la que siente el frío soy yo cada vez que anhelo el cariño de ese alguien al que nunca encontré, alguien que nunca existió, alguien que no nació conmigo en esta vida.
Y sigo creyendo, sigo tropezándome, sigo buscándola... Tal vez el cuerpo en el que vivo ahora jamás la encontrará, pero espero que mi alma pueda hacerlo algún día.
Y ese día seré feliz.
03/03/2024
