💋 ᎒᎒ 𝟎𝟎𝟏.

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— No te mandes cagadas, dale.

Mientras el defensor se alejaba, se quedó quieto en su lugar, repasando detenidamente el ambiente a su alrededor. Aquella vez todo lo había organizado un amigo de Nicolás y habían rentado una quinta en un lugar a las afueras de Buenos Aires para evitar que la prensa anduviera indagando y los paparazzi los esperasen con sus flashes a la salida. Se había esforzado en ocultar tan bien todas sus aventuras que no iba a dejar que nada saliese a la luz por un mínimo error.

Tras saludar a los hombres de seguridad que se encontraban en la entrada, se internó en el interior del lugar, admirando la decoración. No se habían cortado con los lujos. Habían instalado una barra en la que preparaban distintos tipos de bebidas alcohólicas e incluso una mesa con DJ que hacía sonar “Where she goes” en los altavoces. Algunas mujeres se encontraban sentadas en los sofás junto a sus compañeros, mientras que otras se paseaban de la barra a la pista y de la pista a la barra con sus tragos y esos vestidos que no dejaban mucho a la imaginación.

Una rubia se acercó a él, rozando su brazo, con sus uñas. Tiró de él con una sonrisa, incitándolo a seguirla hacia la pista de baile, lo cual hizo sin pensarlo mucho. Sus dedos se posaron en la cintura de la mujer, atrayéndola hacia él. Se llamaba Mariana, Martina o algún nombre parecido le había dicho, tampoco importaba demasiado

Nunca había sido de tomarse las cosas con calma, siempre había tenido sangre caliente, así que no tardó en posar sus labios en el cuello de la mujer, chupando y mordiendo a su antojo. Ella tampoco se quedaba atrás, sabía a lo que iba y no dudó en aprovechar la oportunidad de rozar su culo contra el pantalón del jugador.

— ¿Qué me decís si vamos arriba?— susurró en su oído— Vos y yo en uno de los cuartos… ¿Te pinta?

La mujer asintió rápidamente, haciendo que entrelazase sus dedos, comenzando a caminar entre los cuerpos. Con suerte durarían unas cuantas rondas y sino, ya sé buscaría a otra con la que pasar la noche. Aún era temprano, apenas iba a por el primer garche.

Pa' decirte la verdad que no me he olvida'o de ti…

Mientras caminaba hacia la entre la gente, su vista no pudo evitar dirigirse a unos sillones, apartados, donde una pareja se encontraba sentada. Sin embargo, eso no fue lo que le llamó la atención, sino el tatuaje que tenía en su espalda la rubia. Un tatuaje que había recorrido decenas de veces con sus labios. Un tatuaje que había tocado cuando la tenía toda entregada a él, gimiendo mientras entraba en su interior con fiereza.

Yo sé que fue una noche na' má’, que no se vuelve a repetir

¿Qué hacía ella allí? ¿Habría ido a verlo? ¿Lo habría perdonado al fin? Siempre había sabido que tarde o temprano iba a volver, que nadie la iba a hacer sentir como él lo hacía. Ella era suya, era su rubia.

Tal vez en ti quise encontrar lo que en otra perdí

Sin dar ninguna explicación, se encaminó hacia la pareja, dejando atrás a la rubia, quien soltó un sonido de indignación. A medida que se acercaba su sonrisa fue en aumento. Conocía como era Roma, probablemente lo habría visto con la rubia y habría querido llamar su atención y darle celos. Había querido que la mirara. Sin embargo, su ceño comenzó a fruncirse a medida que se acercaba a la pareja. El hombre estaba besando su cuello, algo que sólo podía hacer él. Además, se le hacía conocido de vista.

— ¡Rubia!

Ambos se separaron levemente, girando sus cabezas hacia él. Claro que conocía al hombre, ¿cómo no lo iba a conocer si compartían habitación en el predio?

Tu orgullo no me quiere hablar entonce' vamo' a competir

Su Roma no estaba con cualquiera. Roma estaba con Julián.

ROMA | ENZO FERNANDEZ, JULIAN ALVAREZWhere stories live. Discover now