💋 ᎒᎒ 𝟎𝟎𝟏.

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𝑩𝑼𝑬𝑵𝑶𝑺 𝑨𝑰𝑹𝑬𝑺 – 𝑨𝑹𝑮𝑬𝑵𝑻𝑰𝑵𝑨
18 𝑫𝑬 𝑵𝑶𝑽𝑰𝑬𝑴𝑩𝑹𝑬 , 2023

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ENZO

Existían muchos rumores sobre lo que hacían los jugadores en las épocas de concentración para los partidos con sus selecciones, esos momentos donde se encontraban lejos de sus familias. El más aceptado de todos, aunque nunca se había confirmado era la existencia de fiestas privadas a las que asistían algunos jugadores y en las que se daban los llamados “permitidos” con las mujeres que allí se encontraban. Porque claro estaba, lo que sucedía en la fiesta, se quedaba en ella y si no había pruebas para confirmarlo, nunca había sucedido.

Enzo apenas llevaba un año con la selección, pero se sentía orgulloso de admitir que lo habían invitado a todas y cada una de las que se habían organizado. Quien nunca había asistido a ninguna, a pesar de las múltiples propuestas de hacerle la segunda, sobre todo después de conocer todos sus problemas en su noviazgo desde el mundial, era Julián. A pesar de lo buenos amigos que eran, los dos eran polos opuestos. Uno seguía fielmente el dicho “monogamia o bala” y el otro prefería disfrutar de lo que los placeres carnales podrían ofrecerle.

— ¿Vos sabes si va la rubia de la otra vez, Ota? Te la llevaste y me quedé con unas re ganas…

— Y no sé, capaz.— se encogió de hombros— Igual, hermano, tenés algo con las rubias.

— Se me hacen lindas.

— Te tiro una…— lo miró de reojo—¿No será por la minita de la que hablabas hace unos meses?

— ¿Por Roma? Qué va a ser por ella, fantasma.— arqueó una ceja, soltando una carcajada— Cogía bien la pendeja, se dejaba hacer muchas cosas, pero tampoco es como si me hubiera enganchado con ella. Y cuando fui a verla a la mañana siguiente no estaban ni ella ni sus cosas. Agarró todo y se fue a la mierda.

— Eso también te pasó por no pensar. ¿Cómo le vas a decir que la otra estaba embarazada?— negó— Peor, ¿cómo le vas a decir eso después de garchar?

Asumía que ese no había sido su mejor momento.

— Ya fue boludo.— rió— Dejá de recordármelo.

Desde aquella noche que se había marchado del hotel en Londres, no había vuelto a verla. No había creído que fuera capaz de marcharse, incluso le había comprado uno de esos bolsos de diseñador que tanto le gustaban a modo de disculpas, pero en cuanto había usado la tarjeta para abrir la puerta de la habitación, se había llevado una sorpresa. Roma no estaba y sus pertenencias tampoco, lo único que había era un papel escrito con aquel labial que tanto le gustaba en el que se veía una sola palabra, “forro”.

— Bue, acá nos separamos.— palmeó su hombro— Me voy con Lea y con Paulo. Disfrútala y después buscate otro que te haga de chófer.

— Gracias por hacerme la segunda, hermano.

ROMA | ENZO FERNANDEZ, JULIAN ALVAREZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora