Capitulo Uno.

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Un nuevo lugar, un nuevo comienzo.

Levantando la mirada hacía la enorme estructura frente a él, Louis observó a detalle la preciosa construcción que solo podía datar de los años cincuenta y contando. Se trataba de una preciosa casa instalada en medio de los suburbios. Una pintoresca propiedad de tres pisos que había visto más inviernos que cualquier otra en la calle, y que, a juzgar por su aspecto triste y avejentado, había sufrido lo suficiente para mantenerse en pie. Como las arrugas en un ser humano, cada grieta y desgaste que podía ver, solo conformaban para él, un grupo de sacrificios para mantenerse a través de los años.

Por suerte para ella, Louis tenía el extraño gusto de sentirse satisfecho reparando lugares como ese. Un poco de pintura aquí y allá, restauraciones básicas y una buena cortadora de césped harían el trabajo. Podía ver que, en solo semanas, el lugar quedaría tan bonito como lo había sido en su construcción.

Quizás, si tenía suerte, podría conseguirse una esposa amable que pudiese esperar por él dentro de sus tibias paredes. No era del tipo que esperase encontrar por ahí el prototipo de mujer que seguramente su abuelo exigía en sus tiempos, pero el tener a alguien con quién pudiese construir un hogar cálido era más que suficiente a su parecer.

Aunque, supuso, era tonto esperar más de lo que ya tenía.

—Lo admito, luce más... pintoresca de lo que esperaba.

Deteniéndose a su lado, Liam subió la mirada y repasó con sus oscuros ojos cada rincón e imperfección de la casa. Casi podía verse en su mirada su cerebro trabajando el doble, seguramente enumerando en una larga lista todas las cosas que estaban mal o debían ser reparadas antes de que el lugar se viese decente a su criterio.

Y sería una larga lista, estaba seguro.

—Uh, se ve del asco —deteniéndose en su otro lado, Niall miró el lugar con horror—. ¿Estás seguro de que esta no era la casa del Destripador Anónimo? Creo haberla visto en uno de mis videos terroríficos de internet, dicen que su fantasma se aparece en las escaleras por las noches.

—No esta embrujada —Louis defendió—. Solo un poco descuidada, nada que un poco de pintura, algunas pequeñas demoliciones aquí y allá, un par de arreglos y una buena actitud, no puedan reparar.

Niall tarareó bajo—. Mejor agrega un "posible exorcismo" a tu lista, solo para estar seguros.

—Odio estar de acuerdo con él —Liam terció—. Pero no descartes la visita de un cura tan rápido. Una pequeña bendición y un baño de agua bendita no le hacen mal a nadie.

—No juzguen un libro por su portada —pidió, utilizando la frase que a su abuela tanto le gustaba repetir—. Esperen a entrar, se ve mejor por dentro, lo prometo.

Quizás no debió apresurarse a hacer esa afirmación.

El interior era... acogedor.

—Maldición, es como entrar a la casita del horror del parque de diversiones. Pero sin la parte de diversión.

Louis tenía que darle la razón al rubio en eso. La casa era un desastre. Según la agente inmobiliaria, el lugar había estado abandonado durante unos ocho años, debido a que el dueño se había mudado fuera del país y perdido completamente el interés por la propiedad. Por supuesto, durante un tiempo, el lugar había tenido alguien para mantenerlo, pero hasta eso había encontrado su fin varios años atrás.

Además de toneladas de polvo, la humedad pesaba en el aire y la sensación de encierro era algo imposible de ignorar. La inmobiliaria había enviado a alguien a retirar las maderas que antes habían cubierto las ventanas, así como algunas de las pesadas cortinas, dejando que la luz solar iluminase los contornos de los derruidos muebles que aún se mantenían en pie. El contrato decía que podía quedarse con todo lo que se encontrase dentro de las paredes, pero si era sincero, no veía nada que pudiese valer la pena.

El chico del cuadro |Larry|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora