Intenté acercar mi mano, pero su recuerdo se desvaneció dejando un insoportable vacío.

Volteé hasta quedar boca arriba y cerré los ojos con fuerza.

"Marco" el eco de su voz era suave. Podía sentir la leve caricia en mi cabeza, me hacía sentir tan a gusto, menos miserable.

También se desvaneció.

Un estrépito me hizo abrir los ojos y encontrarme con la comandante Sullen en la entrada de la carpa sosteniendo un arma e indicándome de guardar silencio.

Me incorporé despacio y la observé desorientado mientras el resto también se incorporaba con arma en manos.

Ella me señaló un lugar y pronto logré visualizar la silueta de un licántropo vagando por los alrededores.

Sentí pánico, no quería que todo volviera a suceder. Estaría maldito si fuera todo una repetición. La comandante seguía dando órdenes de despertar en silencio a los demás, quizás de esa manera podríamos sobrevivir a esas bestias.

No podía despegar la mirada de aquella silueta, divagando por los alrededores. Me estremecí cuando comenzó a acercarse en mi dirección, por suerte la comandante disparó hiriendo una de sus extremidades.

El chillido que soltó fue escandaloso, después de unos minutos de silencio, el infierno se desató.

Las bestias empezaron a aparecer de entre la oscuridad y atacar de una manera tan sanguinaria. Demasiadas similitudes al pasado me impidió moverme por un tiempo.

—¡Disparen! —ordenó nuestra líder a todo pulmón.

Me esforcé a impedir que el temor me paralizara como en aquella ocasión. No podía permitir que su esfuerzo hubiera sido en vano.

El caos aumentaba, las criaturas parecían infinitas como en aquella ocasión.

—¡Arturo, comunica a la torre! —el faraute no dudó en seguir las indicaciones—. ¡Cúbranlo!

El irritante sonido del aparato no tardó en hacer eco entre el caos para que la seña indicara a algún ardidar de lo que estaba sucediendo. No pasó demasiado para que pudiera comentar de la situación antes de que todo empiece a empeorar. Envió la ubicación en caso de poder enviar algún refuerzo o para ser capaces de encontrar nuestros cuerpos.

—¡Comandante!

Volteé de inmediato para ver como la comandante había sido atrapada entre los caninos de unas criaturas arrastrándole lejos de la acampada. Me visualicé a mí mismo siendo arrastrado en aquel momento y tomé lo que poseía de valentía para perseguirla ignorando lo que pudiera sucederme.

Me adentré a la boca del lobo, a la misma oscuridad. Por un momento la perdí de vista, hasta que el destello de los disparos me dirigieron a donde intentaba liberarse de la muerte. Disparé a la criatura que la apresaba del hombro, logré que la soltará y corrí hacia ella.

—Comandante Sullen—vi la sangre que brotaba sin control de la herida—. Resista, por favor.

Rasgué mi camisa y formé un torniquete. Traté de que mantuviera los ojos abiertos y cuando la intenté levantar para regresar a la acampara, recibí un fuerte impacto en el abdomen con esas garras sangrientas.

Fui lanzado contra un árbol provocando un mayor dolor, muchas de esas repugnantes criaturas me rodearon sin darme posibilidades de sobrevivir. No pude evitar maldecir al universo, maldecirlo por dejarme vivir para culparme por todo lo sucedido y luego otorgarme ese drástico final.

El estruendo de más disparos y balas poco fijas en los objetivos hizo que las bestias voltearan hacia la comandante, quién utilizó sus últimas municiones.

Se abalanzaron contra ella sin ninguna piedad. Luego voltearon hacia mí, todo pudo haber terminado en un parpadeo, pero apareció otra de esas bestias con las que empezaron a enfrentarse.

Ante mis ojos percibí la pelea de animales salvajes. No eran más que animales peleando por comida. Lo más icónico que nunca logré imaginar. Cuando el vencedor me tomó por el hombro, apenas sentía la extremidad diestra.

Aparecieron más inconformes por dejar su alimento. Algo que jamás habría pensado, ser un simple cadáver por el que se peleaban para alimentarse. Las embestidas contra la criatura que me retenía solo me hacían percibir el ardor de mis propios huesos rompiéndose.

Apenas reconocí el momento en que saltó conmigo por un precipicio y nos sumergió en la helada agua.

Desprendió sus colmillos de mi hombro, pero fui arrastrado a algo igual de peligroso. Pensé que morir ahogado era un destino más piadoso e intenté lo que pude por alejarme al ver a la bestia acercándose de nuevo contra la corriente.

Solo terminé tropezando y perdiendo la inestabilidad, mis fuerzas se perdieron a medida que impactaba contra algunas rocas.

Nunca quise ser alguien insignificante en la vida, ese había sido el último deseo de mi padre cuando murió por una enfermedad dentro de las murallas. Él siempre quiso servir a la torre para salvar al mundo, había sido una de las razones por las que me convertí en explorador, para cumplir su último deseo.

Sin embargo, ¿qué había logrado? Absolutamente nada.

"Dar lo mejor de ti, ya es hacer algo" las palabras de mi madre me reconfortaban. Me lo dijo aquella vez en que estaba tan decepcionado de no mejorar en mi entrenamiento que intenté renunciar, antes de ser un explorador.

"Eres un imbécil determinado, y eso es lo mejor" también recordé sus palabras, Dave nunca fue agradable con las palabras, pero lo que dijo en aquella ocasión también marcó mi vida en algún punto.

Apenas estaba consciente del entorno. Sentía un inmenso dolor en cada rincón de mi cuerpo, especialmente en el abdomen. No podía ver con demasiada claridad. Bajé la mirada, cerca de mi pecho percibía una cálida respiración. Alguien me aprisionaba entre sus brazos por toda esa parte.

Con las pocas fuerzas que tenía, alejé los desastrosos cabellos que obstaculizaban el rostro. Las facciones conocidas dieron un vuelco a mi corazón. Antes de determinar si estaba soñando o si realmente era Dave, todo se tornó oscuro. 

Destello Nocturno ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora