Capítulo 8.

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La duquesa y su hija se las arreglaron para separar a Devonshire y lady Cavendish, aunque solo fuera por un momento.

El plan, forjado clandestinamente entre madre e hija en el seno del hogar, consistía en hablar con ellos por separado para conocer el alcance de la extraña relación que existía entre ambos.

El plan en sí era sencillo, pero al ponerlo en práctica se encontraron con ciertas circunstancias no deseadas.

Primero Anthony no estaba dispuesto a cancelar su tarde con Annabela, luego ella no quería separarse de el porque se sentía mareada debido al Láudano y como guinda parecía que iba a empezar a llover de un momento a otro.

Así que cuando Anna mandó al duque a por la merienda, Viviana se coló en su habitación.

-¡Hola, amiga! ¿Qué tal estas?

Annabela que miraba por la ventana con aire ausente, se irguió y sonrió débilmente.

-Bien, gracias. Estoy solo un poco cansada por el Láudano. Ese brebaje lo carga el demonio.

Viviana entró en la habitación procurando mostrarse segura de sí misma para no levantar sospechas de lo que se traía entre manos, fracasando estrepitosamente.

-Tú tienes algo in mente.

-¿Yo?- preguntó haciéndose la inocente-. Solo quería venir a pasar un rato con mi amiga y mi hermano estorbaba.

-Si tú lo dices...- Annabela era escéptica y con razón.

El silencio se instaló entre las dos amigas y Vivian apartó la vista de las cejas alzadas de Anna, sintiendo que si seguía mirando los ojos oscuros de su amiga el plan se iría al traste.

A Vivi nunca se le había dado bien mentir, pero lo que su madre y ella se traían entre manos era demasiado importante para dejarlo al azar.

Alguien llamó a la puerta y Anthony asomó la cabeza por el hueco. Llevaba una gran bandeja de plata con comida para un regimiento.

-Como se estaba haciendo tarde, pensé que sería buena idea que te subiera también la cena, por si me mandabas a por ella en una hora o dos.

-Ah- gruñó Viviana-. El héroe al rescate. Mamá te estaba buscando, así que deja la cena y ve con ella- cruzó mentalmente los dedos, rogando porque su hermano la escuchara y la dejara indagar.

-No, he venido a tomar la merienda y la cena con Anna, como siempre hago- respondió ceñudo. Dejó la bandeja en la mesita de noche y en vez de sentarse en uno de los sillones, se dejó caer en la cama, colocando las almohadas de Annabela-. Mamá puede esperar, ya está acostumbrada a que este con Annabela, ¿verdad Annie?

-Verdad, Tony- dijo Anna. Pero acto seguido le guiñó un ojo a Vivi y continuó-. Pero estoy segura de que lo vería como una grata sorpresa si vas a buscarla y la llevas a dar un paseo por el jardín. Viviana puede hacerme compañía mientras regresas.

Él, que estaba fulminando a su hermana con la mirada, satisfecho con lo que suponía que iba a decir Annabela, giró la cabeza a la velocidad del rayo.

-¿Me estás echando, Annabela?

Viviana se arrepintió al instante de haberse metido entre ellos. Pocas veces en su vida había oído el tono frio que su hermano había impreso en su voz al dirigirse a su amiga, casi siempre dirigido a su padre en sus últimos días.

-Si- la muchacha no se amilanó, sorprendiendo a todos los presentes, sentándote todo lo recta que pudo entre los cojines-. Ese tono no te va a funcionar conmigo, Sutherland- Viviana notó como su hermano se estremecía, y eso fue mucho más esclarecedor que cualquier interrogatorio. Annabela había herido a su hermano simplemente al no llamarlo por su nombre-. Sabes perfectamente que el que ahora ostentes el título de mi padre no te da ningún derecho sobre mí.

Lord and Lady DevonshireDonde viven las historias. Descúbrelo ahora