A Luna le habían detectado algo en el corazón hacía año y medio, algo que había cambiado su vida radicalmente. Su familia decidiría mudarse luego de una larga búsqueda y espera al pueblo donde estaba el Hospital que les había dado un apice de espera...
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Luna
Hacía un año y medio habían descubierto a causa de un desmayo una pequeña sombra en mi corazón y luego de meses y meses de estudios no se había llegado a ninguna conclusión, solo que un día a causa de mi débil y magullado corazón caería en un sueño profundo y no me levantaría jamás.
Desde ese día mis padres temian que cada noche al dormir fuera la última vez, empezé a estudiar en casa, a pasar más tiempo de calidad con mi familia, a cuidar mi salud, hasta que un día me desmaye en el baño y estuve inconsciente cuatro horas, los medicamentos ya no estaban surtiendo efecto y los médicos no tenían más para hacer.
Mi padre estuvo una semana entera sin dormir, buscando todo lo que fuera posible para ayudar a alargar mi estancia en este mundo, hasta que un día lo encontró, en un pueblo apartado de la ciudad, que en realidad no se porque le decían pueblo porque era similar a la ciudad, inclusive tenían hasta un hospital propio, dónde mi padre había encontrado la ayuda que necesitábamos o más bien que nesecitaba yo.
El dueño de este hospital estaba realizando junto a una cardióloga unos estudios para personas con esta situación y tenían un 60% de efectividad, al fin le estaban dando buenas noticias a mi padres, nos pusimos en contacto con el director y aceptaron mi caso, decidimos mudarnos a ese " pequeño" pueblo y empezar de nuevo.
Así que aquí estábamos en dirección a nuestro nuevo hogar, mis padres emocionados por esta nueva esperanza, mi hermana porque iba a conocer personas nueva( o más bien chicos nuevos) y yo simplemente estaba. No tenía emociones en este momento que pudieran descifrar como me sentía realmente.
– No estás emocionada por la nueva casa, al fin vamos a tener cuartos propios– mi hermana llevaba atormentando mi existencia desde que habíamos salido de nuestra antigua casa– yo si, escuela nueva, amigas nuevas, casa nueva, todo nuevo.
– Como se supone que sea eso emocionante–me acerqué a mi mamá que iba manejando– cuánto falta, juro que si paso un minuto más respirando el mismo aire que Elodi voy a morir y no va a ser porque mi corazón pare.
– Te estoy escuchando–.
–Ya llegamos cielo– mamá me dió un pequeño empujoncito en la cabeza y volvi a mi asiento.
Finalmente habíamos llegado, llevábamos ocho horas de viaje en auto, ya no sabía ni como acomodar mi delgado cuerpo en aquel asiento y necesitaba escuchar otro sonido que no fuera la ruidosa voz de mi hermana y la horrible música de mi madre.
Estuvimos unos 20 o 25 minutos tratando de ubicar la casa en la que viviríamos hasta que la encontramos, el vecindario se veía muy tranquilo, habían perritos, me encantaba los perritos, eran los únicos amigos que habia echo durante este año y medio.
– Ah, me encanta– Elodi soltó en un chillido y bajo corriendo del coche– me pido el cuarto más grande– entró dando saltos de alegría a la casa.
