5

1.2K 148 48
                                    

—Ahora si doy miedo?

La voz burlona de Francis logro calmar su pánico inicial, no entendía cómo había logrado generarle tanto temor con solo una simple acción, ahora el miedo habia quedado atras pero seguia incomodo por el poco espacio que habia entre los dos.

—Emm.. espacio personal.

—No evites la pregunta.

Alan también intentaba evitar el contacto visual pero el de mayor edad estaba decidido a no permitírselo, no hasta conseguir la respuesta que quería.

—Bueno... Aunque no lo digas se que lo logre, desde aqui puedo escuchar tu pulso desenfrenado.

Lo que dijo le desespero así que no tuviste otra que hacer un intento de huida, Alan piso el pie de Francis y mientras esté retrocedia aprovecho para salir del probador.

—Idiota! solo cámbiate y espérame, ahora me toca a mi.

Aviso mientras se cambiaba al probador de al lado, por el rabillo del ojo pudo ver una ligera sonrisa en el contrario, no sabía si tomarse la o no como burla.

Al estar solo en el otro probador pudo sentir el pulso de su corazón contra su pecho, en verdad le habia puesto nervioso, pero se sentia extraño, no quería pensar en eso asi que prefirió consentrarse en cambiarse rápidamente, aunque justo  antes de terminar francis entro para verlo sin previo aviso.

—Ey! Toca antes de entrar.

Se le quedó mirando unos segundos antes de salir y tocar la puerta, para luego volver a entrar con su típica expresión neutra y cansada.

—Tardabas mucho y unas señoras no paraban de hacerme preguntas, digamos que me estoy escondiendo.

Frunció el seño al escuchar eso, no dijo nada al respecto pero se había molestado. Su mente empezaba a divagar hasta que unas manos heladas tocaron su pecho haciendo que volviera a la realidad.

—Ey que haces? Yo puedo solo.

—Esque estabas prendiendo los botones mal, en qué piensas?

—Ah perdona, no es nada solo una estupidez.

—No creo que lo sea si pones esa cara, puedes contarme.

—Esas mujeres... Se que es muy tonto pero me incómoda cuando son ese tipo de personas insistentes.

Podía hasta escuchar cuchicheo y risitas fuera del probador, se suponía que eso lo debía hacer sentir orgulloso, no, solo lo incomodaba, pensaba Alan mientras esperaba una respuesta de su acompañante.

—Quieres que me encargue de ellas?

Alan se sorprendió por la respuesta tan rápida y firme que dió, no hizo falta responder pues el salió primero, Alan se quedó dentro del probador para terminar de vestirse y cuando salió ya no estaban esas mujeres solo estaba Moss esperándolo.

—A dónde fueron? Que hiciste?

—Eso no importa, de que se supone que te vestiste? Mesero?

—Como que mesero? Soy un mafioso italiano.

En su vida había visto un italiano mafioso pero en las películas lo retrataban así, hombres con mocasines, camisa dentro del pantalón, tirantes y pantalón de vestir a juego con un saco largo, y como no, un sombrero.

—Un mesero italiano entonces.

Alan soltó un ligero golpe al hombro del lechero y seguido ambos dejaron escapar unas risas, más tarde ambos estaban en el patio de comida con un par de bolsas de ropa que al final ambos habían comprado, sin darse cuenta las horas habían pasado y en vez de merendar como habían planeado, estaban cenando hamburguesas de un nuevo negoció llamado mcdonald's que habia inaugurando ese mismo año.

—Estan muy buenas! Ahora entiendo porque está tan de moda este lugar.

—Estan algo pequeñas para mí gusto.

Al voltear a verlo vio como solo quedaba la servilleta, ni siquiera había migas, Alan no pudo evitar sorprenderse pues el solo le había dado unas pocas mordidas, en un acto de generosidad, que no tendía con cualquiera, le ofreció un poco de su hamburguesa, un acto bondadoso que no volveria a tener jamas pues Francis se comió media hamburguesa de un mordisco-

—Nooo mi hamburguesa! Que no te alimentan en casa?!?!

Obviamente solo estaba haciendo drama sin hablar en serio, pero se terminó sintiendo culpable al ver que su amigo bajo la cabeza regañado.

—Esperame aquí.

Luego de unos minutos Alan volvió con una bandeja con más hamburguesas y papas, Francis trago duro al ver la cantidad de comida frente suyo, miro a Alan como pidiendo permiso y luego de un movimiento afirmativo las hamburguesas prácticamente desaparecieron luego de un rato.

...

—Y así fue como termine como guardia del edificio.

La conversación siguió mientras ambos iban de camino a casa.

—Sabia que estabas loco... Pero no crei que te gustará tanto poner en peligro tu vida.

—Ey, ser guardia no es tan peligroso, la mayoría de doppelganger no saben disfrazarse bien.

—Eso-! .... Es cierto...  Pero de igual manera puede ser peligroso, esas criaturas te estudian cuando eres un guardia, buscan la forma de engañarte, hubiera sido mejor que te mudaras a una zona mas segura con tus padres.

—Aww gracias por preocuparte por mi, por cierto desde cuándo los lecheros son expertos en doppelgangers?

—Es de conocimiento general, tu eres el único tonto que acepta un trabajo sin conocer sus riesgos.

El de ojeras negras volteo la mirada molesto hacia otra parte, Alan no entendia porque se preocupaba tanto por el repentinamente, técnicamente solo se conocían desde hace un día.

—No puedo vivir la vida entera escondiéndome de esas cosas y tampoco ppdia vivir por siempre con mis padres, te juro que no hubiera aguantado un día más con ellos, tienen muchas reglas.

—Esta bien, entiendo, pero por favor ten cuidado, no quiero que-

—Si, si, ya se, no quieres que entren y maten a todos, incluyendote, te prometo que estoy muy atento siempre.

Francis no dijo nada más al respecto por las siguientes cuadras que faltaban, un poco antes de llegar este se freno y puso un gesto de sorpresa.

—Mierda lo olvide, hoy tenía que hacer algo.

—Que cosa? Quieres que te acompañe?

—No, no, no te preocupes, es algo personal que debo hacer, Alan, muchas gracias por la cena, fue bueno salir contigo.

—Esta bien, también me divertí, nos veremos luego entonces.

Ambos hombres se despidieron con una sonrisa y siguieron sus caminos en direcciónes opuestas, Alan entro al edificio y luego del típico interrogatorio de rutina, le permitieron pasar.

—Mierda me olvidé de darle sus guantes.

Exclamó mientras se quitaba los guantes y los dejaba encima de su mesa de noche. Cayó rendido en la cama con su mirada clavada en los guantes, estando solo en la seguridad de su hogar se permitió volver a pensar y sentir lo que había estado ignorando todo el día, Francis lo había hecho muy feliz, había sido el primero en defenderlo y en ningún momento había cuestionado sus inseguridades, también lo había hecho reír y sentirse bien.

Su corazón una vez más latía con fuerza contra su pecho, no quería admitir lo que empezaba a sentir por aquel hombre de rostro cansado, se repitió una y otra vez que dejara de fantasear pero su corazón no le permitia sentirse a si mismo, esa noche se durmió abrazado a una almohada con la vista fija en un par de guantes.

Porfavor déjame entrarWhere stories live. Discover now