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- oh

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- oh...sorry - la señora me miró con mala cara.

Ya es la cuarta persona que chocó. Mi vuelo sale en dos horas y el tráfico de Manhattan no ayuda. Me tomé tres taxis y me queda un trecho a pie.

En el aeropuerto voy directo a hacer la revisión y entregar los papeles. Cuando por fin pude abordar me senté junto a la ventana, me coloque los auriculares y me dispuse a dormir. Me quedaban unas nueve largas horas de vuelo.

Bajamos en el aeropuerto donde ya me esperaba el auto que me llevaria a mi nuevo departamento, en el camino me llamo mi jefa.

- Hola Sabrina, por donde andas querida?

- Ya estoy yendo al departamento, recién llegamos

- Quiero que mañana ya empieces a trabajar, empieza por el pueblo y pasado mañana ya vas a la playa - Ni siquiera había puesto un pie en Brasil y ya me estaba dando ordenes, aunque podia aprovechar eso para recorrer el lugar.

El auto me dejo en la puerta del edificio. Tenia un color gris oscuro y un estilo muy moderno, tendría unos veinte pisos de alto. Saqué de mi mochila el papel con el piso y el número «Quinto piso, número 2A». En el ascensor me encontré con una señora muy agradable. Era más baja que yo, tenía el pelo marrón claro con algunas canas notables y una sonrisa muy sisueña. Me ayudó con mi mochila al bajar del ascensor.

-Gracias em... señora- Le agradecí mientras abria la puerta de mi nuevo hogar.

-Oh por favor, dime Becca - Se dio cuenta de que hablaba español. Por suerte. Pensé que la había ofendido pero luego me dedico una sonrisa de boca cerrada. Se la devolví amablemente.

Entré y lo primero que hice fue darme un baño y cambiarme de ropa, me puse una musculosa corta de color rosa con una bermuda verde claro que le había robado a mi hermano hace un tiempo. Tomé mi cámara y sali otra vez. Di vueltas por el pueblo, era muy colorido, habia casas de muchos colores y tamaños, estaba lleno de animales por todos lados, la gente era muy amable, cuando pedi indicaciones me las dieron con una sonrisa y sin problema. A diferencia de Manhattan que todos te miraban mal.

Ya era tarde asi que fui a la playa un rato para ver el atardecer. La playa era hermosa. El agua estaba cristalina, habia muchas palmeras, la arena casi blanca, se alcanzaban a ver algunos caracoles chiquitos, y el atardecer se veia muy lindo, todo el cielo tenía tonos rosados casi anaranjados. Tomé un par de fotos y emprendí el camino de vuelta. En el ascensor me volví a encontrar con la señora.

- Hola querida, ¿Como estuvo tu día? - Pregunta con una voz dulce que me hizo sentir como si la conociera de toda la vida. El acento se le notaba pero hablaba muy bien español.

- Muy lindo, tienen un pueblo muy pintoresco y una playa hermosa

- Y tu ¿De dónde vienes? - No me gustaba hablar de mi vida con desconocidos pero Becca me inspiraba seguridad.

El mar en una foto Donde viven las historias. Descúbrelo ahora