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𝐌𝐢𝐜𝐡𝐞𝐥𝐥𝐞 𝐒𝐚𝐰𝐥𝐞𝐲 y 𝐁𝐫𝐚𝐝𝐲 𝐍𝐨𝐨𝐧 se ven obligados a compartir sus últimos momentos del año escolar juntos...
Una chica 𝐢𝐧𝐬𝐨𝐩𝐨𝐫𝐭𝐚𝐛𝐥𝐞 según él.
Un chico 𝐢𝐧𝐦𝐚𝐝𝐮𝐫𝐨 según ella.
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ME ENCONTRABA acostado en la cama, la segunda alarma sonó y con un gruñido, me hundí más en las sábanas. No tenía ganas de enfrentar el día, pero entonces sentí un tirón en la manta y una voz demasiado alegre para esa hora.
—Vamos, dormilón. El mundo no espera a los perezosos —dijo Connor, arrancándome las sábanas.
Abrí un ojo y lo ví ya vestido, con esa sonrisa que parece heredada de algún antepasado demasiado optimista.
—¿No puedes dejar que sueñe un poco más? —protesté, pero ya estaba sonriendo a pesar de todo.
—No cuando tienes que llevarme al colegio — respondió lanzándome una camiseta —. Y recuerda que hoy es el gran día.
Me levanté de un salto, la flojera desaparecía al recordar el inicio a clases de voleibol, pero cuando Connor se dió la vuelta para salir de la habitación, yo caí de nuevo en la cama cerrando los ojos.
El impacto de una almohada contra mi cara hizo que abriese los ojos de golpe.
—¡Arriba, Brady! —Connor rió — ¡No te hagas vago hermano!
—Está bien, está bien, ya estoy despierto. —dije sacudiendo la cabeza mientras reía.
Bajamos juntos al primer piso, encontrando la cocina ya llena de los aromas del desayuno.
—Buenos días —saludó mamá alegremente desde la estufa.
—Buenos días —saludamos ambos al unísono.
—Ya tienen el desayuno listo —dijo sonriendonos — ¡MADISON! —exclamó mamá de golpe haciendo que me sobresaltara un poco por su cambio de voz.
—¡Ya voy, ya voy! —respondió mi hermana mayor bajando las escaleras.
Aún con los ojos medio cerrados y el cabello en una maraña desordenada, se dejó caer en la silla con un suspiro dramático.
—Buenos días Mads —saludó Connor agitando su mano.
—Buenos días —respondió con malhumor.
—Wow, ¿alguien se despertó con ganas de conquistar el reino animal?—comenté pasándole la mantequilla como si fuera una ofrenda de paz.
—Si por "reino animal" te refieres a mi cama, entonces sí —respondió con su voz ronca por el sueño.
—¿Estás segura de que no estabas intentando hibernar? —dijo mamá y tomó un sorbo de su jugo de naranja —. Porque parecía que no ibas a salir de ese cuarto hasta la primavera hija.
—La próxima vez, pondré una señal de 'No molestar' en mi puerta. —ella tomó un sorbo de su café, intentando mantener su expresión de molestia.
