Capítulo seis

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Intento acercarme a él, quiero que mirándome a los ojos me lo confirme o me lo niegue, sin embargo, él se aleja conforme intento acercarme, es obvio que no quiere tener ningún tipo de contacto conmigo.

¿Qué pasa con los momentos que vivimos, las veces que jugamos en el bosque a las escondidas y las noches que dormimos compartiendo la misma cama?

¿Acaso tú me odias? 

¿Por qué me estas abandonando? 

Tú me prometiste estar conmigo por la eternidad, dijiste que jamás me dejarías, que tendríamos una casa, que viviríamos a lado él uno del otro, tú lo dijiste, tú lo prometiste y, sin embargo, ahora eres tú mismo el que rompe la promesa. 

¿Las promesas están hechas para romperse?

Mientras se encuentra perdida en sus pensamientos, unos pasos la sacan de estos trayéndola a la dura realidad de la que se niega a creer, un par de palabras frías salen del hombre que durante toda su vida la ha cuidado—Veo que la has atrapado—su forma de hablar es calmada y desinteresada, no parece importarle su nieta—por un momento llegue a pensar que se iba a escapar—las palabras que salen de sus labios, Alba no las entiende, ella desconoce al tipo que solía llamar "abuelo".

¿Quién eres tú? ¿Dónde está mi abuelo? La persona delante mío con mirada afilada no puede ser mi abuelo, el jamás me miraría mal, mucho menos me miraría con odio o ganas de matarme, me niego a creer que sea mi familia, algo tienen que haberle hecho.

El hombre aquí no es parte de mi familia, es un completo extraño.

Le miro con cuidado, más al hacerlo solo puedo terminar por desconocerlo mucho más que antes, él no es la misma persona que ayer era, no es el abuelo que me corría detrás de mí con una sonrisa esta mañana. ¿Qué diablos fue lo que sucedió? ¿Dónde quedo la persona que al despertar me dio un beso en la mejilla y me sonrió?

*Flashback*

Desde que abrí los ojos recuerdo haber visto su silueta, la primera persona a la que pude ver parado frente a mi cuando abrí los ojos fue al abuelo, no recuerdo haber visto a mi madre, igual tampoco pregunte por ella, Roberts como buen abuelo me crio, me enseño los modales y lo fundamental que es la obediencia.

No tengo muchos recuerdos en los que no estén ellos presentes, al principio me pareció triste no ver a mi madre, sin embargo, pronto me acostumbre, daba igual si su presencia no existía siempre y cuando ambos estuvieran conmigo.

A Leo le conocí por el abuelo, menciono que era hijo de un conde, que tenia cientos de hermanos y cada uno de ellos lo trataba muy mal, me dio pena y como me sentía sola quise conocerle, él no sabe la alegría inmensa que sentí cuando nos conocimos por primera vez, no se imagina lo mucho que estaba entusiasmada.

¿Habrán olvidado que somos familia?

La manipulación existe, puede que estén siendo manipulados, porque ninguno haría algo para dañarme.

*Fin del flashback*

Narradora:

El hombre nada conforme con haberle colocado ya los grilletes, igualmente le coloco unos en las manos, sus blancas muñecas pronto se tiñeron de color rojizo, la presión que ejercían estos grilletes eran los causantes, el desconocido temía y como precaución en dado caso que llegara a su adultez hizo esto.

—Es un honor hacer tratos con usted—enfatiza el desconocido refiriéndose al mayor, el entusiasmo en su voz se hace notorio, con una pequeña sonrisa coloca su mano derecha detrás del cuello de la pequeña apretándolo levemente—si alguna vez me consigue uno puro, le compensare muy bien, recuérdelo por favor, usted ya tiene mi número—comenta el hombre guiñándole un ojo.

El abuelo sonríe y se inclina levemente ante el hombre de manera complacida, detrás de esa sonrisa hay algo que nadie se imagina, sus ojos por un momento se vuelven rojos, pero nadie nota este sutil cambio, ni siquiera son conscientes del leve aire asesino que danza alrededor del lugar. —Así será, téngalo por seguro.

La sonrisa del desconocido incrementa, empuja levemente a la pequeña haciéndola caminar entre los árboles para salir del bosque, ha perdido mas tiempo del que pudo haberse imaginado y ahora se encuentra retrasado para la entrega del regalo perfecto para la señorita Camila y su esposo, el señor Álvaro.

Cuando Alba y el sujeto se encuentran dándoles la espalda, Leo sostiene la camisa del viejo de manera nerviosa mientras sus ojos siguen cada uno de los movimientos del desconocido—¿Roberts, es lo mejor? —la pregunta del pequeño queda en el aire, esas palabras sacuden la consciencia del viejo por lo que no hay respuesta alguna simplemente se limita a sonreír de manera extraña y a acariciar la cabeza del menor una seguida de otra vez.

Eternal HellWhere stories live. Discover now