Capítulo tres

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¿El abuelo también ha engañado a Leo?

El abuelo era el malo

Leo nunca le haría daño

Leo siempre cuidaba de ella

Leo la quería demasiado, nunca haría algo que pudiera causarle daño.

El solo pensar que podrían hacerle daño a Leo le hizo disminuir la velocidad a la que iba, permitiendo que él pudiera alcanzarla.

De manera decidida menciono—Huyamos, Leo—propuso sin voltear a verlo, solo por las pisadas del chico pudo deducir que él se había detenido a una distancia prudente, para ser mas exactos a 2 metros de distancia, como si temiera que, al acercarse, ella volviera a correr lejos suyo, lo cual le pareció demasiado tonto debido a que ella no tenía miedo de él, sino del abuelo que quería hacerle daño.

—¿Por qué dices eso, Alba? —le pregunto su mejor y único amigo, Leo, Alba no podía creer que estuviera preguntando eso, le miro seriamente y muy segura de sí mismo respondió—El abuelo es malo, quiere dejar que nos lleve un extraño, tú también le escuchaste, estabas ahí.

Enseguida el joven Leo supo que la pequeña los había escuchado hablar en la habitación, si antes era una sospecha ahora estaba confirmado, hubo un error en lo que Alba entendió, sin embargo, él no planeaba corregirla, era mejor si tan solo malinterpretaba las cosas.

Si, era mejor si ella no lo entendía, pues tan solo debia seguirle la corriente sin explicarle nada.

Si, escuche algo, pero te equivocas, no va a entregarnos a nadie, es parte del proceso de ser un adulto—mintió deliberadamente el joven acercándose hasta donde estaba ella, Leo quería que volvieran, Alba se negó a pensar que era un error, tomo las manos de Leo entre las suyas y grito—MENTIRA—su voz sonó tan fuerte como sus cuerdas vocales se lo permitieron—Eso es MENTIRA, Leo—volvió a repetir, una vez que termino esta oración tiro de sus manos y comenzó a forzar al niño de correr junto a ella, Alba estaba segura de que podrían escapar.

Mientras recorría el bosque, de pronto de su garganta se escapó un gran—AHHH—fue un grito doloroso, lamentablemente la joven dama no se había fijado en su camino, preocupada por jalar a Leo no se dio cuenta y termino tropezándose, seguido de caer en un charco de lodo, su bata blanca se empapo de lodo y termino convirtiéndose en color café—AUCH—de sus labios salieron millones de gemidos dolorosos por lo debajo, forzándose a ocultar lo mucho que le dolía.

Internamente maldijo su mala suerte, realmente tenia la peor de las fortunas, ojala su suerte fuera buena, de esa manera todo estaría complemente bien y no se encontraría huyendo como lo esta haciendo en este instante.

Leo sostuvo su mano como el buen amigo que Alba recordaba que él joven era, tiro de su mano ayudándola a levantarse del suelo, ¿Qué tan mala era su suerte? ¡demasiada! Puesto que al tener tan mala suerte no solamente había sido la caída, sino la consecuencia que tuvo con esta misma, al intentar sostenerse noto un dolor fuerte prominente de su tobillo, su tobillo claramente se había torcido en el momento que piso mal una rama y por esto la dama termino cayendo, además del dolor insoportable, la lluvia había incrementado negándose a permitirles ver con exactitud hacia donde se dirigían, el camino era casi imposible de ver.

¿Tan mala es mi suerte? Parece que sí, justo en el momento en que mas necesito poder andar, me ha pasado de todo, realmente comienzo a pensar que es una maldición, el mundo entero me ha dado una hermosa y brillante luna llena, más no me ha dado suerte.

—Duele, duele muchísimo, ¿Por qué tenia que pasarme esto justo hoy? —musito en voz baja la pequeña dama—¡Diablos! —exclamo tallando su tobillo en un vano intento por aliviar su dolor, pero sin obtener el resultado esperado.

Leo sabía claramente lo mucho que debía estarle doliendo, por lo cual pensó que era el momento indicado para intentar hacerla entrar en razón, quizás el instante adecuado para convencerla, con un tono amable y cariñoso se comenzó a expresar—En casa hay vendas y cosas para las heridas, volvamos, se te puede infectar e hinchar la herida—propuso Leo, ciertamente la situación podría cambiar si tan solo hablaran, si Alba le demostraba al abuelo que no representaba ningún peligro para el clan, con toda seguridad pensaba que el viejo la salvaría sin dudarlo. —No estamos tan lejos, puedo llevarte cargando, regresemos, Alba.

La joven dama no quiso ni siquiera reconsiderarlo, en el fondo tenia miedo de que al ser encontrada sin sentimientos su abuelo la entregara a ese varón desconocido, con miedo se comenzó a alejar mucho más, pensaba que si continuaba podía escaparse, realmente mantenía la esperanza, sin embargo, en algún punto de su larga caminata por el enorme bosque el dolor que sentía en su tobillo al apoyarse en el momento de dar un paso fue incrementando, no obstante, Alba se esforzó lo mas que pudo en seguir su camino, a medida que se iban alejando, la lluvia comenzó a empeorar cada vez más, pero no solo era eso, sino que los tropiezos y las caídas de la chica se hicieron cada vez mas frecuentes, inclusive su visión poco a poco se fue volviendo borrosa.

Su resistencia estaba agotándose más pronto de lo que ella esperaba, esto es debido a que nunca había tenido la necesidad de caminar tanto, a diferencia de otros vampiros que nacían con sus habilidades y podían moverse libremente, la pequeña no podía hacerlo porque no era una vampira pura, Alba era algún tipo de mezcla con otra especie, era un ser concedido con amor sin importar las diferencias entre las razas que otros ven, y ni siquiera el abuelo sabia de que especie su madre se había enamorado, además todos aquellos seres que venían de una mezcla tardaban en adquirir sus poderes, de igual manera los mixtos que provenían de vampiros con otras especies se encontraban tres metros bajo tierra.  

Eternal HellDonde viven las historias. Descúbrelo ahora