Bufando y maldiciendo la existencia de JungKook, el omega continuó su labor de colocar agua fresca y limpia en los bebederos. Para su suerte era sábado, lo que significaba que una vez terminara su labor en los establos, su jornada laboral llegaría a su fin y por ende podría disfrutar lo que restaba de la tarde con libertad.

Jimin había estado tan sumergido en sus pensamientos y sobre todo en su labor que no fue consciente de la pequeña silueta que se adentró al establo, hasta que esta carraspeó su garganta para llamar su atención. Girando levemente su cabeza, fue capaz de visualizar a la pequeña omega.

—Hola, Bonnie.—dijo sin dejar de lado su acción de cambiar el agua.—¿Ya has terminado de cosechar la verdura para mañana?

—Hola, Jimin.—La pequeña saludó.—Si. Tuve la ayuda de Jeremy.—Jimin asintió.—¿A ti te hace falta mucho?

—No tanto.—respondió.—Solo queda cambiar el agua de Zeus y asegurarme de un par de cosas más.

Una pequeña sonrisa se formó en los labios de Jimin ante la idea de tener unas merecidas horas de descanso después de terminar su labor en los establos. Tenía planes muy tentadores en mente. Primero, tomaría una larga y relajante ducha, dejando que el agua caliente recorriera su cuerpo y aliviara sus músculos adoloridos. Luego se daría el lujo de tumbarse desnudo sobre su cama, estirando sus miembros y dejando que su piel aún húmeda secara lentamente con la brisa que se colaba por la ventana. Y por supuesto, aprovecharía para explorar un poco más su propio cuerpo y tal vez evocar ciertas fantasías prohibidas que hacían arder sus mejillas. 

Hacia semanas que no se permitía darse un poco de placer a sí mismo y todo a que siempre terminaban tan agotado que a penas ponía a la cabeza sobre la almohada para caer profundamente dormido y en otras ocasiones aprovechaba a mirar uno que otro capítulo de la serie que había empezado antes de llegar al rancho. Pero ese día estaba decidido a complacerse a sí mismo y a su lobo.

—¿Jimin me estás escuchando?—la voz de Bonnie volvió a sacarlo de sus pensamientos.

—Lo siento, ¿Decías algo?

La pequeña omega rodó levemente los ojos.

—Sí. Te decía que JungKook te mando a llamar.

Jimin frunció su entrecejo, ¿Ahora que quería ese alfa estúpido? ¿Humillarlo más? ¿Ponerle más trabajo, para no disfrutara de su tarde libre? Fuera lo que fuera, Jimin podía asegurar que lo mandaría a freír espárragos.

Para la pequeña Bonnie no pasó desapercibida la mueca de castizo que Jimin formó ante la mención de JungKook.

—¡Vaya! Se nota que ni siquiera soportas la sola mención de JungKook.—Bonnie dijo.—¿Tan mal te cae?

—Decir que me cae mal sería poco, porque lo detesto con cada fibra de mi ser.

Jimin dejó escapar un largo suspiro, tratando de calmar el enojo que sentía cada vez que pensaba en JungKook. Sabía que no era correcto albergar tanto rencor hacia alguien, pero el alfa realmente lograba sacarlo de sus casillas con su actitud arrogante y sus constantes burlas.

—No debería hablar así de él, es solo que..., a veces me saca de quicio —admitió Jimin, con un dejo de pesar en su voz.

Bonnie ladeó la cabeza, observándolo con curiosidad.

—En otras circunstancias pensaría que JungKook te gusta.—Jimin formó una mueca de asco.—Ya sabes, por al dicho "los que se odian se aman en secreto"

Después de escuchar las palabras de Bonnie, Jimin no pudo evitar reírse levemente ante tal idea. Sacudió la cabeza con una sonrisa divertida en sus labios y le dijo a la pequeña omega:

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