¡Seguro que exageras! Disfruta de tu nueva vida de millonaria; como te he dicho siempre: ¡Tú madre sí que sabe dar un braguetaso! Jajaajaj

Odiaba ese comentario. Ya me lo había dicho más de una vez y no soportaba que la gente pensara que mi madre se había casado por dinero. El no era así, todo lo contrario le gustaban las cosas sensillas como a mí, y si se había
casado con Boonsak era porque de verdad estaba enamorada de él.

Decidí no decirle nada al respecto, más que nada porque no quería discutir y menos a tantos kilómetros de distancia.
Entonces me mandó una foto.

Eran el y Dan con los brazos entre cruzados y las caras sonrojadas. Mi novio era rubio y de ojos marrones. Un espectáculo para la vista, y me dolió verle tan contento. Hacía menos de 48 horas que me había marchado... podría haber estado un poco más triste ¿no?

¿Estás con él ahora?-le pregunté.

La respuesta tardo más de la cuenta en llegarme y aquel pinchazo de alarma volvió a sonar en mi cabeza.

-Si, estamos en casa de Rose-me contestó-Ahora le digo que te hable.

¿Desde cuándo Beth le decía a mi novio que me contestara el teléfono?

Al minuto me llegó un mensaje de Dan

Hey, guapo, ¿ya me echas de menos?-me dijo poniéndome una carita de esas sonrientes.

¡Pues claro! Me hubiese gustado gritarle, pero me contuve.

¿Acaso tú no?-le contesté sintiendo como mi humor decaía por momentos.

Tardó unos segundos en contestarme. Odiaba que me dejara la última para contestar.

¡Claro que sil Esto no es lo mismo sin ti, cariño, pero ahora mismo tengo que irme, te llamo luego ¿vale? Y recuerda, eres mío y yo soy tuyo. Te quiero.

Miles de mariposas revolotearon en mi estómago cuando me dijo aquello. Me encantaba que me dijera esa frase. Me lo había dicho la primera vez que nos habíamos dicho te quiero y desde entonces siempre me la decía. Me despedí de él y dejé mi teléfono
a un lado.

No veía la hora de poder hablar con él, de escuchar su voz... Madre mía, no tenía ni la menor idea de cómo iba a hacer para no echarle de menos cada minuto del día.

Entonces escuché voces que se aproximaban hacía el jardín. Me giré deprisa, cogí mi toalla y me lo pasé por la cabeza.
Entonces apareció Mew con otros tres chicos.

Mierda.

Eran los mismos que había visto ayer en la fiesta. Uno era tan alto como él, moreno por el sol, con el pelo rul como el oro y los ojos azules, el otro era más bajo aunque solo en comparación con Nick y sus otros dos amigos, me sorprendió ver que tenía un ojo morado; con haber visto a Mew ayer no me sorprendería que sus amiguitos fueran igual de violentos y idiotas; el último fue el que captó mí atención, más que nada porque fue el primero en venir directo hacía a mí. Tenía el pelo marrón oscuro y unos ojos tan negros como la noche. Intimidaba y mucho; sobre todo por todos los tatuajes que tenía en los brazos.

-Hey guapo... ¿eres tú el nuevo fantasía erótica que todos tenemos en nuestras cabezas?-me preguntó echándose en la hamaca que había a mi lado.

Mew se recostó en la otra con una sonrisa en los labios.

-¿Perdona?-le pregunté incorporándome y mirándole fijamente.

Él soltó una carcajada y luego miró a Mew.

-Teníais razón, Mew... No sé intimida fácilmente -dijo observándome con lascivia.

-Lo que a ti te falta-le dije colocándome las gafas de sol sobre los ojos. Lo último que me apetecía en aquel instante era tener que aguantar a los amigos macarras de mi hermanastro.

Hermanatros (1)Where stories live. Discover now