Tuko

77 13 11
                                    


Cepha caminaba torpemente, pero es no me importaba, necesitaba llegar al otro lado de la cosa, necesitaba confirmarlo. Aunque él fuera más lento, tenía que llegar antes del amanecer, en la luminaria todas se habían ido a dormir un par de horas antes del alba, así que me quedaba poco tiempo de oscuridad para poder averiguar si había alguien más como yo.

- ¿A dónde ir? – Cepha preguntaba medio somnoliento y camuflándose con el entorno.

- Creo que hay otro suelto como tú, - le dije sosteniendo su brazo, mientras el tentáculo de su antebrazo se encogía sobre sí y se estiraba como un reflejo de su sifón, aunque estaba en tierra - tenemos que encontrarlo, Cepha.

- ¿Y luego...? – se tiraba sobre mí como si no pesara.

- No lo sé, pero creo que, si hay otro que es como tú, puede que haya otra como yo.

Eso me entusiasmaba, tenía un par de días volviendo a casa, al centro de la luminaria un poco tarde, y viendo como del otro lado del muelle una silueta gigante parecía mover toda la maleza, era demasiado grande para ser humano, tenía que ser un Yaxa, pero tan cerca de otro territorio era curioso, en especial porque no hacía ruidos, los Yaxas (incluyendo a Cepha antes de que lo domesticara) comúnmente gruñían, graznaban, mugían, rugían o simplemente emitían sonidos. Pero ese en particular parecía susurrar.

Del otro lado del muelle parecían cantar durante las madrugadas mientras el resto de la luminaria dormía, solía despertarme por las ruidosas actividades sexuales nocturnas de mi familia y para desconcentrarme me agradaba ver hacia el mar, pensando siempre en Cepha, pero desde la noche en la que las Upeksa habían realizado su lanzamiento, era casi infaltable el susurro, que parecía acercarse, como si me acechara, como si supiera de mí. Y eso me aterraba.

Pero eso no tenía por qué ser aterrador, solo porque algo era diferente no significaba que era peligroso, aunque hacía tiempo Cepha era peligroso, ahora es una masita de amor. Al menos conmigo.

Caminábamos por la orilla, para que en caso de que pasara algo, solo tuviéramos que rodar por la maleza y caer al mar, sería una caída un poco aparatosa, pero estaríamos bien dentro del agua.

Mientras caminábamos, podía ver la maravillosa noche estrellada, el manto negro del cielo con puntitos brillantes nos cubría por completo.

- ¿Qué son? – Cepha señaló el cielo un poco más despabilado.

- Estrellas – le respondí mientras aceleraba el paso -. Bolas de gas a miles de millones de kilómetros en el cielo.

- No entendí – me respondió inocentemente mientras se sacudía los tentáculos. - ¿Qué buscar?

- Otro como tú.

- ¿Más Cepha? – él se detuvo y se alejó - ¿Tú querer más Cepha? – puso ojos tristes mientras se señalaba poniéndose los tentáculos sobre el pecho - ¿No bastar con solo Cepha?

- No es para remplazarte – me acerqué a él sujetando uno de sus tentáculos y amarrándolo en mi mano, haciendo que este diera varias vueltas -, si hay más como Cepha y Tuko tal vez podamos hacer amigos y entonces tendríamos refugio para ser como queramos.

- Agua ser refugio – él volvió a acercarse demasiado, rodeando mi cintura con sus tentáculos, apretándola contra él -. Ven con Cepha a agua.

- Si tuviera branquias, sabes que lo haría – él me soltó. – Vamos, ayúdame, estamos cerca.

Continuamos caminando por minutos, hasta que finalmente el susurro apareció, nos detuvimos en seco para escuchar la voz, era femenina y jovial. Intentando que las pisadas fueran silenciosas, caminábamos sobre el fango ligeramente denso, completamente descalzos. Los susurros se hicieron risas y luego jadeos.

El Triunfo de Eva (+21)Where stories live. Discover now