Demandando excelencia

Start from the beginning
                                    

Desde el fondo de la fiesta, en el balcón del club que estaba bastante arriba de la costa de agua salada que mojaba la arena, Blitz reposaba sobre el barandal de madera que lo separaba de la playa, mientras fumaba un cigarro a ritmo lento. Era el único imp, probablemente. No estaba de humor para integrarse, estaba muy sobrio como para socializar y miraba mal a todos los de su alrededor cada vez que trataban de acercarse.

Solo aceptó una lata de cerveza. Apagó su cigarro y abrió la lata para darle un sorbo al alcohol helado que solo le causaría cosquillas por su baja graduación.

Blitz escuchó las palabras de Verosika, a pesar de que conocía su discurso por adelantado. Era normal que sus amigos la alentaran, no sabían en lo que ella se estaba metiendo. Suspiró profundamente y no pudo borrar su rostro amargado, porque no podía aceptar su decisión con facilidad. Y eso era porque no podía separar sus asuntos personales y sus dolencias pasadas con su nuevo presente, similar a lo que sucedió en su pasado.

Verosika estaba atraída por Mammon, en un sentido puramente codicioso y comercial, pero atraída al fin y al cabo. Y no podía hacer nada contra eso, exactamente como sucedió antes en su adolescencia y con los deseos de Fizzarolli.

De repente, alguien le quitó la lata de las manos. La misma Verosika se apareció delante de él y bebió lo que restaba del alcohol helado, para luego arrojar la basura al suelo y cruzarce de brazos muy enojada con Blitz al verlo con ese rostro totalmente fuera de lugar.

—¿Y tú por qué tan amargado? Es mi fiesta y la celebración de mi primer álbum de estudio —le reclamó mucho más molesta de lo que él creyó—. Si esto funciona, podremos tener un departamento más grande, quizá una casa. Ya no tendremos que vivir juntos en ese lugar pequeño que compré para no quedarme en la calle, ya no tendré que trabajar en lugares pobres.

Ella nunca se cansaba de enumerar las ventajas de trabajar con una celebridad, con alguien de sangre azul, con un pecado tan famoso y poderoso. Sin embargo, ninguna ventaja económica hacia que Blitz sonriera cuando ponía el tema en la mesa. Estaba tan calado con todas las cosas malas que le habían sucedido en su infancia y adolescencia que no podía estar cómodo y sentirse bien con la sola idea de que Mammon podría estar involucrado en su vida indirectamente otra vez.

—Oh, ya sé. Debe ser porque no tuviste una buena dosis hoy —la chica sabía que Blitz estaba muy sobrio para variar, eso contribuía a que arrastrara su depresión con él y se volviera muy notable—. Te traje algo exclusivo, solo para ti, cariño.

La súcubo le sonrió traviesa, sacó de su bolsillo trasero una bolsa transparente con polvo blanco brillante y se la ofreció a su gran amor. Pero Blitz solo torció una mueca de disgusto, le corrió la mano son suavidad y le desvió la mirada sin poder cambiar su humor.

—Si, felicidades. Es solo que... —no supo que pasos dar para no hacerla enojar y titubeó—. No estoy de humor para la cocaína hoy.

Blitz estaba bastante ansioso y no solo por no estar consumiendo, todo el tema abordado lo hacía sentir fatal. Y le era muy complicado fingir que estaba feliz por Verosika, siendo totalmente consciente de que en realidad, quizá se estaba arruinando la vida con las decisiones que estaba tomando.

Tampoco sabía cómo transmitirle su preocupación de la manera adecuada porque ella lo tomaba a mal, lo tomaba como si la estuviera sobreprotegiendo o siendo un novio invasivo. Y discutían horrible cuando hablaban sobre eso, ella siempre se sentía sofocada. Blitz sabía que su única opción era callarse y acatar sus decisiones sin chistar. Pero no podía comunicarle eso a su cara o a su oscura energía.

—¿Qué carajo te pasa, Blitzo? —como era de esperarse, Verosika estaba enfadada por la actitud aguafiestas de su novio—. Al menos finge que estás feliz por mi.

You are loving | RebirthWhere stories live. Discover now