Capítulo 7

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Terrence
 

Él no es mi papá. —Al escuchar la respuesta de Nathalia no sé si sentirme agradecido o enfadado.

Antes, cuando hablamos en la biblioteca, le expliqué lo mejor que pude la condición de Candice. Sé que no puedo esperar que una niña sea consciente de la magnitud de las consecuencias que representa continuar o no con esta farsa. Aun así, tenía la esperanza de que, por el bien de Candice, se sintiera inclinada a colaborar para facilitar su recuperación.

—¿Qué? ¿Terry...? —Mi atención regresa a la conversación al escuchar a Candice llamarme, ella me observa con sus ojos verdes llenos de angustia. Su expresión confundida y temerosa le hace algo a mi corazón, este tonto que juró nunca más latir por ella.

—Todavía —respondo en un intento por ganar tiempo. Si bien la posibilidad de que Nathalia dijera la verdad era muy real, no me siento preparado para destruir el espejismo que su imaginación creó ni para lidiar con las consecuencias que esto pueda acarrear.

—¿Qué quieres decir? —inquiere al tiempo que se levanta de la cama, pero un mareo la tambalea, por instinto cierra los ojos, lleva una de sus manos a la frente, la otra busca a tientas algo para sostenerse. Yo estoy a su lado en un segundo, tomándola del brazo la ayudo a sentarse otra vez.

—¿Qué tienes? ¿Te duele algo? —Nathalia se aferra a la cintura de Candice, en su carita puedo notar el pánico que siente.

—Estoy bien, cariño —afirma Candice, sus párpados cerrados no nos permiten ver la verdad en su mirada, pero su voz suena fatigada.

—Es mi culpa —dice la niña en un susurro entrecortado.

Mi ceño se arruga por reflejo. Me interesa saber a qué se refiere, pero temo que pueda decir algo que altere a Candice por lo que corto sus remordimientos con un simple:

—Fue un accidente, Nathalia. Esas caídas a causa del hielo son muy comunes en esta época del año.

Ella niega.

—Quise quedarme más tiempo en la pista, si hubiéramos salido antes…

—¿A qué pista te refieres? —Interrumpe Candice.

—A la de la competencia —responde la pequeña.

—Nathalia, Candice necesita descansar —intervengo antes de que termine diciéndole la verdad. Si bien no me gusta la idea de mentirle, tampoco quiero arriesgarme a provocarle un mal mayor.

—Dios, no entiendo nada. —Miro a Candice, una de sus manos aprieta sus sienes.

—Quiero estar con ella —replica Nath al mismo tiempo, sus bracitos se aprietan a un más en torno a Candice.

—Ya hablamos de esto. —Intento no ser demasiado duro con mi tono, pero parece que no lo consigo porque Candice abre los ojos para darme una mirada reprobatoria.

—Déjala, porque se acueste junto a mí no pasará nada —dice—, además —agrega—, lo último que quiero en este momento es descansar. Necesito respuestas o terminaré volviéndome loca.

Su mirada me estudia, tal vez dudando de mí y sus recuerdos.

—El doctor Rivers fue muy enfático en esto, Candice.

—¿Por qué ya no me llamas Candy? —La pregunta me desestabiliza.

De todo lo que podría haber preguntado, eligió esto. La razón por la que uso su nombre completo es mucho más profunda que un simple gusto o deseo, sin embargo, no puedo explicárselo. No sin revelarle todo.

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⏰ Last updated: Mar 22 ⏰

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Nuestra historia estaba incompletaWhere stories live. Discover now