No se me da bien seguir ordenes

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La mañana de el lunes fue perfecta. Vimos el amanecer, nos besamos hasta no poder respirar, y hablamos hasta que el sol se posó en lo alto del cielo y tuve que volver a casa para cambiarme e ir a la universidad en la tarde.

Por la noche, me reuní con Iridesa y hablamos hasta la madrugada, justo cuando estaba por irme de su casa, Luca llama y me invita a casa de Crystal el sábado en la noche a mí y a Iridesa. Los padres de Crystal están de viajes de negocios y la casa está completamente sola.

Así que, hoy sábado, Iridesa y Declan me acompañan a casa de Crystal. Sabía de antemano que ella tenía dinero, pero no sabía cuanto. Su casa es gigantesca, puede que más grande que la mía. Un montón de autos lujosos se encuentran estacionados en la entrada y para ser una fiesta, no logro escuchar la música hasta que todos cruzamos la puerta principal. De inmediato nos reciben unas personas que parecen empleados de la familia de Crystal, estos nos guían hasta el salón principal. Uno grande y lujoso, con un candelabro colgando en el techo, un montón de reliquias que ahora peligran por la gran masa de cuerpos bailando y haciendo locuras. En ocaciones me pregunto como Luca, Crystal y Blake conocen a tanta gente, o si tal vez la razón por la que las fiestas se llenan es porque los pocos invitados traen a sus propios invitados.

–No logro ver a tu chico –dice Iridesa por encima de la música

–Tal vez no ha llegado. –respondo, pero una parte de mí se preocupa por que pueda estar ahora mismo en alguna habitación con cualquier otra persona. Esa misma parte hace que me odie a mi misma.

–¡Ceciliaaa! –Grita Blake a mis espaldas –¿Quieren algo de beber? –ahora se dirige a Iridesa y Declan específicamente –¡Aquí hay de todo!

Ellos se niegan de forma amable, Blake, tras saludar, vuelve por donde vino. A la distancia puedo divisar a Crystal, bailando con alguien que no conozco. Un poco más lejos está Cam hablando con un chico, por último veo a Stella y Michael, perdidos en su propio mundo. Algo que por siempre voy a envidiar de Iridesa y Declan, Stella y Michael... el estar simplemente con la persona que quieres. Sin esconderte, sin temer que tus padres lo desprecien... sin temer que tus padres no vuelvan a hablarte...

–¡Nuestra canción! –grita Iridesa a la vez que se lleva a Declan a la pista de baile. La canción que suena es "the way I love you" mezclada con otra, en cierta forma se me hace cómico el hecho de que probablemente a Declan no le gusta, pero le sigue el juego a Iridesa para verla feliz.

No entiendo porqué una canción como esa suena en una fiesta, pero que bien por ellos, creo. Observo a mi alrededor en busqueda de Luca, pero no lo veo en ninguna parte, por lo que me resigno a quedarme sola en una esquina de la fiesta, sin saber muy bien que hacer. A lo lejos, veo a un chico observándome. Lleva tiempo, creo que desde que entré, pero ahora llama un poco más mi atención, pues se abre paso entre las personas. Cuando me alcanza, se presenta, pero la verdad que no escucho ni me interesa saber su nombre. Me invita a bailar, yo acepto, aunque la verdad quisiera estar con Luca, también tengo que demostrar que puedo seguir mis propias reglar. No hay que limitarnos, ¿cierto?

–¿Como te llamas?

–¡Cecilia! –exclamo sobre el ruido

–Qué lindo nombre!

Eso es lo que dijo Luca el día que me conoció, pero por alguna razón, no se siente igual. Ese efecto de mariposas en el estómago no se da cuando alguien más pronuncia mi nombre de la misma forma que Luca.

El chico posa sus manos en mi cintura mientras bailamos. Luego, soy yo la que cierra por completo la distancia, intentando distraerme del hecho de que me han dejado plantada. Dijo que ya estaba por llegar cuando salí de casa de Iridesa.

Otra historia de amorWhere stories live. Discover now