"Sine tags"

2- Mi mundo de fantasía: "Intemporal"

Un ligero murmullo se mezcla en los confines de mi mente a medida que intento sofocar mi descontrolada ansiedad.

Situación que me deja al descubierto sin importar si soy un él o un ella debajo de todas las escamas y el recubrimiento tisular, si no logro calmar los desenfrenados latidos que acompañan al latente estado de mi respuesta basal.

Y a medida que abrazo mis magulladas piernas en un inútil intento de protegerme de ellos, desgarradores sonidos llegan a mis oídos en una clara invitación para salir a luchar.

Cántico de guerra del maligno que pone los pelos de mi cuerpo en constante estremecimiento haciéndome sentir cada vez más aturdida y con unas inmensas ganas de llorar...

"Una patética y rarita bestia". Así me llamaron cuando me presenté herido y cojeando ante los Jefes Supremos del Clan Ancestral, haciéndome sentir excluido por no ser como todos los antecesores guerreros que fueron el ejemplo perfecto de linaje real.

Así que no, realmente no quiero pelear, pero a la vez, no quiero esconderme más...

No quiero ser aquel cobarde que se deja vencer sin luchar. Y que, aún estando aterrada por todo aquello que le pueda pasar, no le teme a la muerte más que a perder su propia integridad.

Yo, soy la primera línea de ataque del escudo protector de todos aquellos reptyloides que están por debajo de nuestra sangre real, pero sobre todo, de aquellos que no tuvieron una voz para luchar.

"¡La Ley del más fuerte sea echada a su suerte!"

Se escucha a lo lejos y ante la arenga de todos aquellos que fueron obligados a dejar a sus hembras en cría para luchar por una causa perdida...

Y me refiero a causa perdida porque si no tomo partido por cada uno de los míos y los devuelvo a sus nidos, ese va a ser nuestro fatídico destino.

¡Y por los tentáculos del Odre! Que de fuerte tengo lo mismo que de gen recesivo retractivo... Por algo me llaman "rarito". Pero así mismo, tengo la templanza de acero de los grandes guerreros corriendo como lava ardiente por cada fragmento de mi cuerpo. Así que de como me suelen auto denominar, me proclamo el gran vencedor de todos los tiempos.

Dicho esto, me levanto saliendo del patético escondite y comienzo en un grito de guerra, la diatriba de mi vida. Dejando redactado en un papiro hacia el lejano viento que no lucho solo por algunos, sino, por cada uno de ellos...