Capítulo 18: Nada que perder y mucho que ganar

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 Había aceptado. No era imaginación suya, Ima, había aceptado. De la sorpresa y el sobresalto, a Ryu estuvo a punto de caérsele el móvil.

"Calma, calma" se dijo así mismo Ryu. ¿Qué venía ahora? ¿Qué tenía que hacer? Tenía parte del viaje ya preparado, como la caravana que quería alquilar y el destino final, pero la ruta no la tenía nada clara. A lo mejor Ima podía echarle una mano, ayudarle a buscar las posibles paradas que debían hacer durante el camino. Además, así podía hacerle partícipe casi desde el inicio de la "aventura".

—¡Genial! —envió Ryu — ¿Te parece bien quedar para perfilar y planear el viaje?

—Claro, ¿pasado mañana te va bien?—fue la respuesta de Ima.

—Por supuesto —dijo Ryu —. ¿A las 17 en mi casa?

—Allí estaré.

La conversación no fue a más, debido a la euforia y nervios de ambos.


Sentada en el sofá de su apartamento, Ima soportaba los gritos de satisfacción y alegría de Kaori. Después de casi un día entero rumiando y reflexionando sobre qué decisión tomar, fue su amiga quien le animó a intentarlo, a pesar del miedo y las dudas.

"No tienes nada que perder y mucho que ganar" había dicho Kaori. 

Ima suspiró, no tan aliviada como le habría gustado. La decisión ya estaba tomada. Ahora, lo único que le quedaba era no fastidiarla, no volver a cometer los errores del pasado. En su antigua relación se encerró en sí misma, en su espacio vital, dejando de lado a su pareja y obviando el hecho de que estaba en una relación, lo que conllevaba compartir tu vida, en mayor o menor medida quisieras o no. 

No sería fácil, pero tampoco imposible. Por suerte, Ima era consciente de su error pasado y quería ponerle remedio. Ayudaba también que Kaori no se cortara lo más mínimo en recordárselo cada cierto tiempo.

De pronto, sintió que lo que empezaba con Ryu era una prueba de fuego. Una última oportunidad para demostrarse a sí misma que se merecía y era capaz de tener lo que todo el mundo parecía tener. El viaje y esa nueva relación tomaron otra dimensión, otro significado.

Mientras Ima se dejaba llevar por estas cavilaciones, Kaori se fue a dormir. Ima debería haber hecho lo mismo, pero fue incapaz. Su mente estaba a toda potencia, como si su cerebro se hubiese tomado diez tazas de café. Consciente de que no iba a poder descansar si se metía en la cama, tomó la reprochable decisión de quedarse dormida hasta bien entrada la madrugada. Bajó el volumen del televisor, se tapó y dejó pasar el tiempo, hasta que este hizo mella en ella y sus ojos se cerraron.

Al día siguiente, la música estridente y a todo volumen que había puesto Kaori le despertó. Se desperezó y bostezó, aún adormilada. La música, más que animarle, le irritaba, pero no dijo nada.

—¿Qué hora es? —preguntó Ima, todavía con los ojos entrecerrados.

—Las ocho —contestó Kaori desde la cocina —. Arriba perezosa, hora de desayunar.

Ima olió. ¿Eso eran gofres? Kaori dejó sobre el kotatsu un platito con dos gofres bañados en chocolate. 

—Estamos de celebración —soltó Kaori mientras le hacía una mueca jocosa a Ima.

—Tampoco es para tanto —señaló Ima.

—Ya, ya, claro —soltó Kaori dejando claro que no acababa de creerle.

Ima estaba ilusionada, más de lo que quería reconocer, pero teniendo en cuenta su expediente, tenía que rebajar expectativas. Desde su perspectiva, había muchas pruebas que señalaban que todo podría irse al traste en un visto y no visto. No obstante, había sido capaz de distinguir sus fallas en el pasado y empezar a comprender que si quería que aquello que empezaba a florecer entre Ryu y ella funcionase debía de poner de su parte.

Entre dos realidadesWhere stories live. Discover now