ㅤ ₍ 31 ₎ Extrañamente bien ?ˀ

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— Mi madre me espera para comer. – tomó desprevenido al rubio y se alejó de él. Caminó rápido hasta la puerta, se detuvo antes de abrirla. – ¿Vas a quedarte ahí? ¿Cómo vas a dejar que atraviese tu casa solo? ¡Ven aquí!

Max solamente lo miraba con cierto miedo. No quería bajar y encontrarse con su padre. Suspiró pesadamente, escapar por la ventana no era una opción, terminó por acompañar al azabache. Bajaron las escaleras con el mayor cuidado que podían tener, Max había tomado la delantera mientras que Sergio se escondía detrás. Afortunadamente para ambos el perímetro parecía ser seguro — Jos no estaba ahí —, se acercaron a la puerta principal, Sergio se detuvo antes de salir.

— Llámame en caso de que tu padre te desherede.

— Posiblemente lo hará, lo tendré en cuenta.

A los adolescentes no les quedaba de otra más que intentar bromear con la situación. Ambos rieron tratando de ocultar el terror que aumentaba cada vez más. Sergio se fue, dejando abandonado al pobre de Max en su propio hogar, encerrado con una bestia capaz de desterrarlo por buscar su propia felicidad. Sergio ya ni siquiera pudo disculparse como planeaba hacerlo, mientras salía del jardín de la residencia jugueteaba con un pequeño papel doblado perfectamente en cuatro partes dentro de su pantalón. Sergio se había tomado el tiempo de escribir una bonita carta de amor y juramento de que aquella charla que tuvieron jamás sería revelada. Después de todo el viaje no había sido en vano, pudo hablar con su amante aunque fueran unos cuantos minutos, pudo sentir su cálido abrazo, pudo ver sus bonitos ojos azules una vez más.

Se dió cuenta de lo mucho que necesitaba a Max para salir adelante pues en los días de su ausencia de cualquier lado había perdido el poco apetito que lograba sentir cada día, había dejado de hacer sus actividades favoritas, su higiene personal se había deteriorado, la recuperó justo la misma mañana que decidió ir en busca de su amor. La baja de peso del pecoso fue obvia, él lo notó, sus padres lo hicieron, sus amigos que fueron a visitarlo unas pocas veces también lo hicieron, seguramente Max también lo había notado pues pudo ver la forma en la que fruncía su ceño al tocarlo por sus delgados y frágiles hombros. Aquel agarre que recibió lo lastimó más de lo normal, su sistema inmunológico se había debilitado tanto a punto de que cualquier mínimo cambio de temperatura que tenía le producía un resfriado que seguramente ya había pescado por haber salido sin abrigo. El simple hecho de ver a Max lo hizo querer retomar lo que era antes, juró que había recuperado el apetito que perdió hacia casi una semana. Max de alguna forma lo hacía sentir bien, lo hacía querer seguir adelante.



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— ¿Por qué no se quedó?

— Debía irse, su madre lo estaba esperando.

Max se encontraba de pie al frente de su padre que descansaba en uno de los bancos altos alrededor de la barra de la cocina de la residencia. Max se había dirigido hasta ahí en busca de algo de agua para su reseca boca, para su mala y obvia suerte su padre estaba ahí, esperándolo. Max pensó que recibiría gritos y tal vez algún rgolpe en cuanto Sergio saliera de su hogar, en cambio fue recibido con una suave pero terrorífica voz. Ya había pensado en distintas formas de justificarse diciendo que todo había sido un malentendido pero nada de aquello fue necesario.

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