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Zeus

No me esperaba que llamasen al timbre a las nueve y media de la mañana un sábado. Mucho menos me esperaba que la persona que llama fuera Eva.

Me pilla tan desprevenido que me quedo callado mirándola sin saber que hacer. Mis ojos bajan solos por su cuerpo.

Joder, que son solo las nueve.

Me obligo a apartar la mirada y me apoyo en el marco de la puerta, para hacerme el duro, ya sabes. Me aclaro la garganta y rezo para que me salga la voz.

-Hola, vecina.

Ella me mira y sonríe, parece algo tímida, no deja de jugar con sus dedos.

-Hola, Zeus. Perdona que te moleste...-parecía incómoda. Joder, no quiero que se sienta incómoda conmigo. -Llego tarde al trabajo y me preguntaba si... ¿podrías llevarme?

No tiene que pedírmelo dos veces, pero vacilo un poco. Ayer parecía bastante afectada por algo, ahora también tiene la mirada triste. Quizá quiera que yo la ayude...me encantaría ayudarla, sin embargo, no sé si aguantaré sin mirarla teniéndola en mi coche.

Eva nota que dudo y se lame el labio de arriba impaciente.

No voy a poder soportar esto.

-Perdona por molestarte, como me habías traído ayer... olvídalo, iré en Uber.

Me sonríe y hace ademán de irse.

-No, no me molestas...- joder, que desesperado he sonado... -puedo llevarte, no me cuesta nada. Dame unos minutos para cambiarme.

No le doy tiempo a decir nada, corro ha mi habitación y me pongo la primera camiseta que encuentro, me calzo y me pongo una sudadera mientras salgo por la puerta. Buena señal que ella siga allí.

Bajamos al garaje en completo silencio, no puedo evitar fijarme en el camino de pecas que le han salido en el puente de la nariz.

-Bueno... ¿dónde trabajas? -pregunto con la esperanza de romper el hielo. Claro que sabía en donde trabaja. ¿Eso suena a acosador?

-En una cafetería, cerca de Mission Bay. Llevo un año trabajando ahí.

Había estado mil veces.

Nos subimos al coche y conecto mi teléfono al coche, Adele empieza a sonar por los altavoces. Normalmente me pondría a cantar, pero hoy tengo compañía.

Ayer casi se me salió el corazón cuando Eva respondió a mi mensaje. Fue un simple agradecimiento, pero al menos me respondió.

...

El trayecto en coche desde nuestro barrio hasta Auckland centro eran unos veinte minutos, veinte minutos de un silencio incómodo. Eva transmite un aura triste, me gustaría preguntarle qué es lo que le pasa, si está bien, si necesita que me quede en su casa para poder consolarla. Supongo que al llevarla al trabajo estoy ayudando, ¿no?

- ¿Tú trabajas? -pregunta de repente.

No me esperaba que rompiese el silencio, me aclaro la garganta antes de responder.

-En realidad estoy estudiando.

La observo un momento, está apoyando el codo en la ventanilla y asiente sin mirarme.

-Déjame adivinar. -se coloca mejor en el asiento y habla con tono burlón, por el rabillo del ojo veo que me mira. - ¿Economía?

No puedo evitar sonreír. Aunque hayan pasado años ella se sigue acordando de lo que me gusta. Pero se equivoca.

-Administración pública.

Eva se ríe y frunce el ceño, entrecierra los ojos al mirarme.

- ¿Administración pública? Joder, Zeus... has subido el nivel. -se burla un poco de mí.

Desde que soy pequeño me he interesado por toda esa mierda de la política. Se podría decir que soy un poco masoquista. Mi primera opción para estudiar en la universidad de Nueva Zelanda era economía, pero cambié de opinión en el último momento. No se por qué lo hice, pero estoy bastante satisfecho.

-Sí y por la privada. -alardeo. Obviamente no voy a impresionarla, pero al menos consigo que se ría con mi tono orgulloso. Ella vuelve a reír y siento que esta es mi oportunidad de sacar una conversación. - ¿Tú estudias aparte de trabajar?

Y por como arruga la nariz se que la he cagado con esa pregunta. Cuando éramos pequeños Eva quería estudiar Historia del Arte, por eso me extrañó tanto que no se matriculara en ninguna universidad.

-No. Por ahora solo trabajo.

Y ahí se acaba la conversación. Bien, Zeus.

Aparco enfrente de la cafetería La Celanda, donde trabaja Eva. Me pregunto si debería ofrecerme a recogerla también, quizá eso suene a que soy un rarito...

-Gracias por traerme, ha sido un detallazo. En cuanto pueda te lo recompensaré. -dice con una sonrisa radiante. Sus ojos aún están tristes.

-No es nada, me viene bien salir de casa. -Bromeo. Me armo de valor para preguntarle, muy cordialmente, si quiere que venga a recogerla cuando salga-. Oye, si necesitas que venga más tar...

-Mierda. -Me interrumpe Eva.

Joder, ya la he cagado.

Eva se agacha en su asiento y debe de ver mi cara de confusión porque me señala con los ojos a un punto.

Ah, coño. Sigo su mirada y veo a un chico, un par de años mayor que yo, lleva una camisa blanca elegante conjuntada con unos pantalones azul oscuro,  una gorra hacia atrás y parece inquieto.

James. O sea que si han roto. Lo sabía.

Nuestra segunda oportunidad.Where stories live. Discover now