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La noche era totalmente cerrada cuando los ojos de Víctor observaron a través de la ventana. Estar lejos de palacio, de su ambiente, le estaba dificultando dormir.

Se sentó en la cama y contempló la luna a través de la ventana. Sol les había indicado que, como era de esperar, debían pasar la noche en su morada para poder tomar el primer rayo del alba, pero en su mente había demasiadas inquietudes como para poder conciliar el sueño y descansar.

¿Cómo se encontraría su hermano? ¿Habría pasado algo importante en el castillo? ¿Qué pensaría Roleia de su ausencia y sus constantes intentos por evitarla?

Pero por encima de todos aquellos interrogantes, uno nuevo se hacía notar en su mente revuelta: la profecía que descansaba en la sala del trono. Aunque aquellas imágenes formaban parte de sus recuerdos como eso mismo, imágenes, una constante inquietud relacionada a ellas descansaba en su pecho desde que habían comenzado su viaje.

Por más que lo pensaba, no lograba encontrar un motivo que pudiera relacionar ambos hechos, y por encima de todo, siempre se encontraba la misma cuestión lógica: los dragones ya no existían, estaba seguro de que se habían extinguido siglos atrás.

En un intento de escapar de aquellas preguntas que le ponían tan ansioso, dejó que su vista recorriese la estancia con lentitud, analizando todo, hasta que se detuvo en su compañero. Bailong dormía en otra cama junto a él, y por un momento le pareció sorprendente la expresión que reflejaba su rostro al estar entre los brazos de Morfeo. Parecía que nada podría molestarle, que se encontraba en el sueño más pacífico que pudiera imaginarse; y al mismo tiempo parecía que millones de ideas y pesadillas le carcomían hasta quitarle la vida lentamente.

Las palabras de Sol volvieron a su mente, al igual que las imágenes de aquellas sombras. Bailong le había explicado que, como protector de la luz solar, era normal que Sol careciese de sombra; pero aquello no explicaba el gran misterio que rodeaba la sombra del bicolor. Aquel dibujo oscuro sobre las rocas era sin duda demasiado extenso, era imposible que un humano pudiera reflejar una sombra de aquel porte.

Además, estaba seguro de que, en aquel contorno negro, había logrado vislumbrar a una persona que no era Bailong, y aquella simple idea le provocó escalofríos.

Suspiró y volvió a tumbarse, sin apartar la mirada de su amigo y notando la tensión que permanecía latente en su cuerpo, apreciándola en la forma en que su mandíbula se mantenía totalmente marcada o en cómo sus puños se cerraban en torno a las sábanas.

Sin lugar a dudas, Bailong era una gran caja de sorpresas y misterios que quería desenmarañar y comprender.

* * * * *

- Me alegra ver que ya habéis despertado, espero que hayáis logrado descansar y reponer fuerzas para el viaje de vuelta - El saludo amable de Sol fue lo primero que ambos chicos escucharon al salir de la casa.

- Nuestro siguiente destino no está muy lejos de aquí, así que dudo que volvamos al castillo. Comeremos algo para tomar energía y emprenderemos de nuevo nuestro camino - La decisión en la voz de Bailong hizo sonreír al pelinaranja, quien al mismo tiempo se mantenía pensativo.

- Por tus palabras, intuyo que vuestra siguiente parada son los Picos Gélidos. Os aconsejo que tengáis cuidado con la Guardiana - Aquellas palabras generaron algo de tensión en Víctor, ¿iban a tener que luchar?

- Por descontado, no te preocupes por nosotros - A pesar de todo, la calma y la seguridad que envolvían la voz de Bailong logró relajar los hombros del joven príncipe - ¿Falta mucho para que amanezca?

- Un par de minutos, no tendréis que deteneros aquí mucho tiempo - Los tres chicos se sentaron en las rocas, esperando a que la luz del astro rey bañase el reino.

Aprovechando la luz del pequeño candil que tenían a mano, Víctor tomó de su bolsa el pergamino y lo desenrolló sobre sus piernas, repasando su contenido. El gesto no pasó desapercibido para el joven mago.

- Vaya, veo que habéis acudido a Catora, su forma de escribir resulta inconfundible para cualquier mago que haya estado en su presencia. Si habéis tenido que recurrir a ella, sin duda aquello que atormenta al rey Vladimir debe ser importante.

- Mi hermano debe recuperarse cuanto antes y volver al trono. El reino necesita sus órdenes lo antes posible, de lo contrario las constantes revueltas entre nobles y campesinos terminarán escalando hasta provocar una guerra.

- E intuyo que no os podéis permitir otro enfrentamiento bélico, no cuando el reino todavía no se ha recuperado de las revueltas recientes - Aquellas palabras sorprendieron notoriamente al príncipe.

- ¿De qué estás hablando? No ha habido ningún tipo de revuelta de gran nivel recientemente, solo las rivalidades entre ambos estamentos - El pelinaranja arqueó levemente una ceja.

- ¿Eres el príncipe y no eres consciente de lo que ocurre en tu propio reino? - Aquellas palabras parecían el inicio de una nueva conversación, pero antes de que esta pudiera darse, ambos chicos se vieron interrumpidos.

- Dejad esta conversación de besugos, está comenzando a amanecer - La voz cortante de Bailong impuso respeto a sus dos acompañantes.

Ante el aviso, Sol no tardó en levantarse de las rocas mientras los ojos de Víctor le seguían sin vacilar. ¿A qué se había referido el mago? ¿Qué revuelta había caído sobre el reino y por qué el no estaba en conocimiento de ella?

Sus interrogantes se vieron interrumpidos cuando una fuerte luz se hizo presente entre ellos, deslumbrándole y provocando que cerrase los ojos. Cuando consiguió abrirlos tras unos minutos, pudo comprobar cómo Sol mantenía sobre su mano una pequeña botella de cristal, con una potente luz anaranjada en su interior.

- Este es el primer rayo del alba que tanto necesitáis... Debéis protegerlo y, ante todo, no permitir que la botella se abra hasta que lleguéis a vuestro cometido... Si la luz escapa de este frasco, alteraría la sucesión del día y la noche.

- Lo tendremos en cuenta. Gracias por tu ayuda, Sol - Con sumo cuidado, Bailong guardó la brillante botella entre sus pertenencias.

- No debéis darlas. Espero que podáis cumplir vuestro objetivo - El joven mago y el bicolor se sostuvieron la mirada, como si se estuvieran diciendo algo en silencio, gesto que no pasó inadvertido para Víctor - Os deseo suerte en vuestro camino.

- Gracias. Nos vemos, Sol - Tras aquella despedida, ambos jóvenes recorrieron la escalinata que les llevaría de vuelta junto a Guiverno y Lancelot.

Habían conseguido dar el primer paso, pero aún quedaba un largo y duro camino por recorrer.

PROFECÍA ;; Inazuma Eleven GoWhere stories live. Discover now