❄Capítulo 59❄

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Como si escuchara una voz, Rayglen giró la cabeza y miró a Shuell. A sus ojos, ella parecía no existir, era como si solo la mirara porque la escuchó emitir un sonido.

Antes de poder llegar a Rayglen, Elina bloqueó su camino mientras levantaba los brazos.

—¿No escucharon las instrucciones? Les dije que los atraparan vivos, pero ahora parecen estar por morir. ¿Qué haremos ahora?

—Están vivos...

En respuesta a sus firmes palabras, unos caballeros cayeron ensangrentados de algunos caballos que apenas se mantenían con vida gracias a la ayuda de los demás caballeros.

La cruel visión de unos agonizantes caballos varias veces más grandes que su propio cuerpo era inevitablemente difícil de ver.

Elina luchó por alzar la voz mientras miraba a Shuell, quien cerró los ojos brevemente.

—Ahora el Norte ha roto el acuerdo...

Shuell ignoró sus palabras y le gritó a Sepik, quien estaba ayudando a algunos caballeros heridos.

—¡Sepik, ve a mi habitación y trae toda la manzanilla! ¡Si se niegan a dártela, puedes tomarla por la fuerza!

—¿Eh? ¡Oh, sí, lo entiendo!

Shuell, que sostenía el ramo de flores en sus brazos todo el tiempo, retrocedió un paso. Después de apretar el dobladillo de su vestido, dio un poderoso salto y cayó sobre un cadáver blando.

La sensación nauseabunda del cadáver le hizo sentir un escalofrío en sus pies, pero aún así continuó.

Cruzar el terreno abrupto del campo de entrenamiento requirió más energía de lo esperado. Cuando más miraba el lugar destrozado, más sentía lo aterrador que era el poder.

Se decía que la espada de Rayglen cortaba monstruos por la mitad. Solo había escuchado hablar de tal poder, pero era la primera vez que lo veía en persona.

El piso plano del campo de entrenamiento estaba agrietado a mayor profundidad que la altura combinada de cinco hombres adultos.

Los cadáveres de los caballos sacrificados estaban esparcidos por todas partes y la sangre fluía. Si hubiera una puerta al infierno, se vería así.

Shuell continuó avanzando en medio de los cadáveres, cerrando por momentos los ojos con fuerza.


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Sentía una sensación familiar.

Usar su habilidad de la espada para cortar algo tan simple como un caballo fue realmente impulsivo.

En el momento en que el caballo se dirigió hacia Shuell, su cuerpo tomó la delantera a pesar de conocer las habilidades de Jess.

Ahora que todas las emociones problemáticas que había estado sintiendo desaparecieron, se sentía vacío y... Cómodo. Estaba cómodo, aunque algo molesto.

La villana cautiva al Gran DuqueWhere stories live. Discover now