12. La pañoleta

Começar do início
                                    

Max: ¿Estás viva?

Se me había olvidado que lo deje en visto.

Stella: Disculpa, ayer me fui sin avisar, mi chofer fue por mi

Max: Me quedo tranquilo al saber que llegaste a tu casa, descuida

Iba a responder, pero aquellas palabras hicieron que me detuviera en seco.

—¿Te vas tan pronto, Eliza?

Me levanté de prisa del comedor y llegue hasta la puerta de la cocina, me asomé, mamá estaba en un sillón dándole la espalda a la escalera, por eso Eliza no la vio, Eliza en cambio, estaba de pie mirando hacia la puerta, mamá cambió la página de su revista tranquilamente.

¿Habrá ido a verme a mi habitación y así noto que ella estaba ahí? O ¿Mi madre vio cuando llegue con Eliza anoche? Todavía estoy en duda como carajos Eliza aceptó venir a mi casa, tengo recuerdos muy vagos, estaba muy borracha.

—¿No quieres quedarte a desayunar? —preguntó sin levantar la mirada de la revista

Eliza pasó las manos por su cara, y podría jurar que la vi suspirar.

—Gracias señora Bonnet, pero tengo que irme

—Por favor, prepare panqueques con chocolates —fruncí mi ceño—, recuerdo que son tus favoritos

¿Por qué a mi no me dio panqueques con chocolates? Mire mi plato, los panqueques estaban rellenos de fresas.

—¿Me harás usar mis armas secretas? —la vi suspirar

—De acuerdo —comentó vencida—, me quedo a desayunar

—Perfecto —mi madre dejó la revista de lado y se levantó con una sonrisa

¿Qué pretendía esta señora?

La vi acercarse a Eliza, me di la vuelta de nuevo al comedor antes de que pudieran verme. Le mandé un par de mensajes a las chicas diciendo que estaba en un apuro, cuando se despertaran que me llamaran.

Seguí comiendo mientras veía a mi madre acercarse a la alacena, sentí su mirada encima de mi, pero no me moví, empecé a navegar en mis redes mientras terminaba de comer, la vi sentarse en la punta del desayunador, a dos sillas de mi.

—¿Quieres algo más mi niña? —tome un poco de jugo para aclarar mi garganta

—No mamá, gracias

El ambiente se sentía incómodo, mi madre se paseaba por la cocina sin mucho interés entre nosotras, de reojo vi a Eliza mirar su teléfono y dejarlo caer ligeramente en la mesa, apagado, tal vez no tenía batería.

Sentí un alivio al ver un mensaje de Madison en mi teléfono.

Madison: Mierda Stella, son las cinco de la mañana ¿Qué quieres?

Stella: Tengo una situación

Madison: Más te vale que sea importante, tengo que despertar en dos horas y mi sueño es sagrado

Stella: Eliza está en mi casa

Fruncí mi ceño al ver que me dejó en visto y se desconectó del chat ¿Había preferido ir a dormir?

Estúpida Madison.

Mis cejas se alzaron al ver el nombre de Madison en la pantalla, pidiendo una video llamada, colgué y le regresé una llamada normal.

—Aquí tienes hija —mamá dejó el desayuno enfrente de Eliza

—Muchas gracias señora Bonnet

Las chicas tardaron cinco segundos en contestarme, y cuando respondieron ni siquiera me dejaron hablar.

Una última partidaOnde histórias criam vida. Descubra agora